Piqué y Benzema, en el último duelo entre el Barcelona y el Madrid. JOSEP LAGO-AFP

Monopolio en el fútbol y otras cuitas

«Mirando someramente la clasificación de últimas ligas, comprendemos el monopolio en la Liga Negocio de Futbol y lo poco competitiva que resulta, al menos en las primeras posiciones»

juan pablo roda

Miércoles, 11 de noviembre 2020, 07:56

La noche terminaba y la madrugada iniciaba su andadura. Salíamos de la taberna con una apacible temperatura, Don Estanislao, 'Tanis', octogenario y evocador, me contaba sus andanzas juveniles y se sorprendía con ciertos quehaceres contemporáneos. Los dos un poco chispas nos sentamos en los muros ... y continuamos la tertulia. En realidad, era él quien marcaba el compás. Me contaba que una de las mujeres que servían en su casa se prestó, «por unos dividendos a mayores, a ser complaciente con mis ímpetus sexuales. Ella no ponía pegas y yo disfrutaba».

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En la actualidad, usted sería reo de juicio, apostillé. Se encogió de hombros y se acomodó en el muro: «Sí, pero ahora puedes pregonar en la prensa que has alquilado el vientre de una mujer para que te produzca descendencia en una gestación comprada. Y no pasa nada». Tiene usted toda la razón don Tanis. La brisa fresca nos hacía un bien que agradecíamos y el vecino continuó hilando la hebra. «Y qué me dice del futbolista que se vende, o mejor dicho los trafican los clubes, enriqueciendo las arcas de éstos, como en un mercado de esclavos. Joven delantero, o delantera, con buen regate y porcentaje elevado de goles, se vende por X millones de euros. ¿Eso no es prostitución de los cuerpos?». Le acompañé a casa. Y me fui a la cama

La frase es lapidaria, «Dime con quién andas, y te diré quién eres». Sin duda, este refrán castellano marca, refleja con claridad una realidad, no solo futbolística, sino también social. Ciñámonos a lo que nos compete, el futbol, o dicho con más claridad, la Liga de Futbol Profesional. Porque el futbol como juego y deporte, como un hecho social de amigables relaciones no entra en estas líneas. Que la Real Federación Española de Futbol y su presidente Luís Rubiales desprecien al socio, al aficionado, al hincha futbolero y se lleven la final de la Supercopa de España a un país extranjero, nos hace pensar mal, y si además el lugar elegido es el Estado absolutista de Arabia Saudí, país en el que los Derechos Humanos están despreciados, para los varones y más para las mujeres.

Dime con quién andas y sabremos con quién te codeas. Claro está que a cambio de este regalo el reino saudí paga 120 millones de euros por tres temporadas. Tres años más que los aficionados españoles no van a poder contemplar los partidos de la Supercopa en ningún estadio español. ¿Es cierto que el presidente Rubiales se lleva un porcentaje de esa nimia cantidad y se embolsa 720 000 euros? Hablemos de juego limpio. Por cierto, Rubiales y Javier Tebas, quien dirigen la Liga, se odian mortalmente: donde hay dinero y poder hay tiburones que no pueden permitir la existencia del competidor.

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Uno no puede por menos que pensar en el poco aprecio hacia el aficionado por parte del mundo del balompié, al dar por buena una falta intencionada. Me explico, un fallo por parte de la defensa de uno de los equipos en juego es aprovechada por un hábil delantero que se apropia del balón y avanza hacia la portería contraria con la sana y deportiva intención de marcar gol. Pues no, la lid que vaticinábamos entre la habilidad del atacante y la pericia del guardameta se nos disuelve en una falta a traición, por la espalda, por parte del jugador del equipo que defiende. Nos quedamos sin ver si el delantero driblaba al portero y marcaba gol o si el cancerbero impedía que el balón se encajara en la portería que él defiende.

Como he apuntado al principio, todos, o al menos la mayoría, lo ven con buenos ojos y afirman que la falta cometida sobre el delantero ha sido obligatoria, vamos, que el fair play se olvida y el fin justifica los medios. Mal ejemplo para la joven e infanta afición. Y los charlistas encargados de comentar los avatares del futbol tan tranquilos, sin un simple comentario punible sobre el suceso hostil acontecido en el campo de juego. Una pena y de esta manera va la liga de futbol, es todo menos deporte. Permítanme un breve apunte. Un amigo gran aficionado al futbol, me comentaba al respecto lo siguiente: «Son estos pretenciosos omniscientes, que te recuerdan al 'repelente niño Vicente' los que deberían hacer una severa autocrítica. El deporte se lo agradecería». Después de este proemio, permítaseme esta floritura, este cultismo, avancemos en el monopolio.

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Mirando someramente la clasificación de últimas ligas, comprendemos el monopolio en la Liga Negocio de Futbol y lo poco competitiva que resulta, al menos en las primeras posiciones. De las once ligas cotejadas, los dos ganadores de diez de ellas fueron los mismos: F.C. Barcelona, siete ligas, y el Real Madrid, tres, y la que falta para el Atlético de Madrid. Poca rivalidad como vemos, monopolizada por estos clubes. Cierto que siempre sale el típico listillo que se atreve a plantarlos cara. Pero es una simple alucinación. Ellos copan las primeras plazas y se llevan también la mayor cantidad de euros en el reparto de premios, y luego ponen y pagan precios elevados en el mercado de traspasos -ventas- de jugadores. ¿Quién puede competir con ellos? ¡Viva el monopolio! En fin, pensemos en el deporte, y no en la distopía que están haciendo del futbol.

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