La propuesta de Vox, aceptada por él, de proponer al reputado economista y en su tiempo dirigente histórico del Partido Comunista Ramón Tamames como candidato a la moción de censura anunciada por la ultraderecha contra el presidente Sánchez, trata de revestir de autoridad moral y transversalidad ideológica una iniciativa destinada a un objetivo de parte. Que una censura parlamentaria a un jefe de Gobierno esté abocada al fracaso, como es el caso, no impide su presentación; y Sánchez ha de encajarla, particularmente, porque él llegó al poder por esta vía. Lo que sí es reprobable, como ha ocurrido en otros precedentes, es que se recurra a un instrumento constitucional de carácter excepcional para tratar de oxigenar las expectativas políticas y electorales de los proponentes.
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Es obvio que Vox busca capitalizar unas horas de debate tanto frente al presidente censurado como ante el PP de Alberto Núñez Feijóo activando el golpe de efecto añadido de la candidatura de Tamames. Pero si lo que pretendieran los de Abascal es instrumentalizar al veterano economista, nadie en la Cámara debería seguirles el juego e incurrir en el edadismo de mostrarse bien despectivo, bien paternalista con el candidato solo por sus 89 años.
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