Iván Redondo, a la sombra de Pedro Sánchez.Mariscal-EFE
El mito del duendecillo
La ventana indiscreta ·
Lo que sí hace muy bien Iván Redondo es seducir a los necios engolados que necesitan ocurrencias para estar en la palestra. En Extremadura ensayó con Monago todas las pamplinas que después ha practicado con Pedro Sánchez
Voy a intentar desmontar una de esas trolas que circulan sobre la controvertida figura del todopoderoso Iván Redondo, primer Secretario de Estado, director del Gabinete de Presidencia, responsable de la Seguridad Nacional, Coordinador de Actividades y Agenda y de Asuntos Europeos, director del G- ... 20, director de Asuntos Económicos y de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategias… O sea copresidente o segundo en el Gobierno, aunque a Carmen Calvo se le atraganta la evidencia. La mentira convierte a Iván Redondo en una especie de mago de la estrategia política, un orfebre del electorado al que vende lo que quiere. Y para demostrarlo se pone siempre de ejemplo a Extremadura, bastión socialista inamovible al que dio la vuelta. En aquellas elecciones de 2011, el PP ganó en 10 de las 13 comunidades en litigio y el PSOE perdió, además de Extremadura, Castilla la Mancha, Aragón, Asturias y Baleares ¿También practicó en ellas su magia el duendecillo Redondo? Además el PP dobló su representación en las comunidades de Madrid, Murcia, Ceuta, Melilla... ¿Magia de Iván Redondo? ¡Qué camelo! En aquel envite electoral el PP ganó Sevilla, Córdoba, Zaragoza, Cáceres, Mérida y otros 35 municipios mayores… ¿Gracias a Iván Redondo? Por centrarnos en el ejemplo de Extremadura, además de la Comunidad, el PP ganó en municipios «imposibles», como Mérida, Cáceres, Trujillo, Almendralejo, Plasencia y el «no va más» de Olivenza, pueblo natal de Fernández Vara y residencia de Ibarra. ¿A todos esos rincones llegó el soplo mágico del maquiavelito que hoy mueve los hilos de Pedro Sánchez y entonces movió los de Monago? ¡Qué disparate! El artífice real de los éxitos del PP y del fracaso estrepitoso del PSOE en aquellas elecciones fue Zapatero, con la crisis económica, su gestión de chamarilero, su actitud paranoide, ocurrencias del TBO y el estrepitoso desprestigio de España en el entorno europeo e internacional. Fue Zapatero el artífice de aquella debacle del PSOE y fue Zapatero el que puso todos los puentes para que llegara Rajoy, con una mayoría absoluta que solo ha superado Felipe González. ¡Grande, Iván Redondo!
Lo que sí hace muy bien el maquiavelito es seducir a los necios engolados que necesitan ocurrencias para estar en la palestra. En Extremadura ensayó con Monago todas las pamplinas que después ha practicado con Pedro Sánchez, desde fotos en plan estadista a correcaminos. Ejerció un control absoluto de los consejeros, como ahora sobre los ministros. Y como sabe que «poderoso caballero es don dinero», con absoluta desvergüenza pringa a los pringaos y, por intentarlo que no quede, tienta a los pocos que se resisten. Pocos, muy pocos. No entiendo por qué se ignoran estas evidencias, tan cercanas y demostrables y se insiste en destacar que su varita mágica es la que señala el camino del éxito. A Albiol lo hundió con su estrategia racista y a Monago se lo cargó a la primera, además de dejarlo estigmatizado como una marioneta con menos ideas propias que Monchito. Redondo es un bluf listo para los tontos. Un listillo.
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