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La vida política 'presidencial' del secretario regional socialista, que no líder, Luis Tudanca, ha durado una semana. Lo que ha tardado en ser preguntada por el tema la lideresa de Ciudadanos, Inés Arrimadas. Que ni hablar del peluquín, ha dicho ante la intención (la falta de valentía política de la troupe tudanquista es galáctica) de la moción de censura ... a Alfonso Fernández Mañueco. No obstante, eso no acaba con los rumores. Está siendo convenientemente cebado el de la posible traición ('tamayazo' lo han bautizado en recuerdo de los que traicionaron al PSOE en 2003 y auparon a la popular Esperanza Aguirre a la Presidencia de la Comunidad de Madrid) de tres o cuatro procuradores de Ciudadanos para que con los dos de Podemos (Pablo Fernández y Laura Domínguez) y el de UPL (Luis Mariano Santos) lleven a Tudanca y su troupe al Colegio de la Asunción. De ser así, el 'Gobierno Frankenstein' de Pedro Sánchez (Alfredo Pérez Rubalcaba 'dixit') sería una caricatura al lado del que saldría en Castilla yLeón. Pero todo es posible en política.
Claro que si Ciudadanos no apoya al PSOE en este viaje, porque sería autocensurarse por sus dos años en la Junta (vamos, pegarse un tiro en los dos pies), que hubiera cuatro traidores en sus filas haría saltar por los aires lo poco que va quedando del partido naranja y le condenaría a la desaparición en estas tierras en las autonómicas y municipales. No obstante, de cara a 2023 Arrimadas debería pensárselo porque ha situado al frente del partido a una dirigente invisible, Gemma Villarroel, que acaba de desperdiciar la ocasión de ponerse públicamente al frente de esta nueva etapa. Prefiere seguir de perfil en su jaula de oro leonesa. Va camino de ser el primer caso de dirigente aupada a dedo que no se entera de qué va la fiesta. ¿O es que ve tan negro el futuro de su partido que buena gana de trabajar? ¡Vaya fichaje!
Pero claro, aunque la presente Tudanca, si Ciudadanos no apoya la moción de censura, el futuro político del dirigente burgalés entra en una etapa muy delicada. Solo le quedaría para ser candidato en 2023, vital para mantener cuatro años más su nómina pública de 94.000 euros/año, el que nadie quisiese ponerse en el potro de tortura del cartel electoral socialista de Castilla y León. Algo que se antoja más que improbable puesto que después del éxito de la operación de Salvador Illa para Cataluña el PSOE de Castilla yLeón tiene la baza de la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, natural de Medina del Campo. Es decir, de la tierra. Para 2023 habrá cumplido un lustro en el Ministerio, lo cual es un plus para el PSOE. Si Sánchez dice que candidata en Castilla y León, para acá que viene. Además, la ministra cuenta con las simpatías (y el entusiástico apoyo) de quien es de hecho la referencia socialista en Castilla y León, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente. Y si el PSOE ya ha tenido candidatos a la Junta de Zamora (Demetrio Madrid), Palencia (Jesús Quijano), León (Jaime González y Ángel Villalba), Segovia (Óscar López) y Burgos (Juan José Laborda y Tudanca), ¿por qué no de Valladolid? Y, además, mujer. Y, encima, con experiencia ministerial, por el momento nada cuestionable. Y con el respaldo del que manda en el PSOE federal. Y con gestión, algo que no tiene Tudanca, que aspira a ser candidato por tercera vez.
El PSOE no tiene por qué llorar por Tudanca. Tiene en la recámara dos dirigentes, con apoyo de Ferraz, para sustituirlo: el delegado del Gobierno, Javier Izquierdo, y la ministra Maroto. Esta sería para el PP y Mañueco una candidata más complicada que un Tudanca con el que los populares no ocultan sentirse cómodos. Tudanca y su troupe, dirigida por la trasnochada en las formas Ana Sánchez, tienen el adversario en casa.
En eso camina en paralelo al presidente de la Junta y del PP regional, a quien los suyos de Génova, con Teodoro García Egea a la cabeza, se han propuesto hacerle la vida imposible al contactar con dirigentes en las provincias a los que convertir en fieles seguidores asegurándoles una poltrona.
Si en Palencia han captado a la otrora herreriana Milagros Marcos (trata de ir de experta agraria del PP nacional, pero cada vez que abre la boca es imposible no echar de menos a Isabel García Tejerina); si en Valladolid echan mano de inexpertos cargos (con José Ángel Alonso y Eduardo Carazo a la cabeza, reproduciendo el esquema gallego de boina –medio rural– y birrete –ciudad–), en Salamanca escarban en la tercera fila, con el procurador Salvador Cruz, el diputado provincial Chema Sánchez, el senador Bienvenido Arriba y la concejala Chabela de la Torre.
Hay que desempolvar las notas de cuando Mañueco frenó alguna aspiración de Pablo Casado. Así se entenderá lo que pasa hoy.
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