Durante los últimos días he meditado sobre una millonaria posibilidad de inversión. En concreto, 53 millones de euros. Podría ser otra cifra, un millón arriba o un millón abajo, pero finalmente la cantidad se ha cerrado en el notable poder económico que se supone a ... quien tenga a su disposición cheques por ese valor.
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Afectado por el 'efecto proximidad', aquel que permite ver con mayor claridad lo más próximo, he buscado dónde se podría gastar tal cantidad de dinero con un fin tan loable como el denominado y siempre exteriorizado 'beneficio público'.
Con 53 millones de euros, por ejemplo, se podría ampliar 20 veces el soterramiento ferroviario de León capital. Con ese soterramiento toda la ciudad y su alfoz quedarían plenamente integradas en un ordenamiento urbano que permitiría el desarrollo de la ciudad durante décadas.
La misma cantidad serviría para finalizar el actual Palacio de Congresos, paralizado por falta de fondos y por extensión bloqueando una de las fuentes de ingresos que la ciudad tiene previstas para reactivar el turismo congresual.
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En realidad, en este último caso, sobraría una cantidad equivalente para construir otros nueve palacios de congresos de idéntica estructura y dimensión en otros puntos del planeta España, a elegir.
53 millones de euros servirían para avanzar en otros diez kilómetros en la autovía León-Valladolid, por ejemplo, cuyo desarrollo lleva más de una década esperando. Pero no solo eso, con tan ingente dineral se podría remediar el 'problema' del Teatro Emperador en la ciudad de León, que ahora se encuentra 'muerto de risa' a la espera de que se recupere este icónico establecimiento cultural.
Sobraría dinero, de largo, para devolver a la vida la Ciudad del Mayor logrando así que por fin se pudiera poner en marcha un inmueble destinado a las personas de la tercera edad con mayores necesidades.
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Esos 50 largos millones de euros también podrían servir, en términos industriales, para desarrollar el proyecto de la Ciuden y convertir El Bierzo en un polo de investigación. He visto la posibilidad real de construir con esa cantidad siete estaciones de autobuses y la nada despreciable cifra de cien nuevas Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) con el mejor equipamiento posible para las mismas.
Me he planteado dónde podría ubicar el medio centenar de centros de día que podría levantar con ese dinero y si sería buena opción, o lo contrario, emplear ese volumen a nivel económico en mantener centros de salud o colegios ahora cerrados en el mundo rural.
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Todas esas propuestas, y algunas más, han llegado nada más dejar sobre la mesa la propuesta.
Sesudos asesores ministeriales, llegados desde lo más lejano de la administración, también me han planteado la posibilidad de renunciar a todo lo citado con anterioridad y priorizar la inversión en un asunto empresarial.
Podría renunciar a todo lo dicho y rescatar una aerolínea, en concreto la archiconocida Plus Ultra. Así podría apostar por una empresa que siempre ha estado en pérdidas, que tiene como valor estratégico vuelos semivacíos entre otros países a Venezuela, Perú y Ecuador.
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Se trata de una aerolínea 'por estrenar', que sólo realizó 812 operaciones y transportó a 156.000 pasajeros, el 0,03 % del tráfico aéreo de España en 2019. Plus Ultra nunca ha dado beneficios y su patrimonio neto la acerca a la disolución. Sus socios, eso sí, son extranjeros y, en menor medida, nacionales.
¿Existe alguna duda sobre dónde se debería invertir el dinero? Ninguna, desde luego. La aerolínea seguirá volando.
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