Las migraciones

A pesar de todo, emociona el peligro de la ciega aventura, colocar el destino propio en entredicho sin temblor ante la puñalada del juicio ajeno. Otra nación, otra ciudad, gentes y avatares desconocidos y peligrosos. El que recibe al visitante tiene ante sí la tentación de la gratitud del migrante desconocido, que sueña con la irresistible, oscura e improbable promesa de bálsamos y elixires, trabajo, familia y hogar.

A menudo el futuro es la hora del adiós para quien huye de las bombas y se abraza al hambre, sabe que su futuro es una explosión y su desesperación es la hambruna, más allá de la angustia. La historia nos enseña que las inclemencias de los pueblos arrasados y perdidos en las rutas del mundo devastan a las gentes desahuciadas con más indeleble pasión, que lo hace el mundo de seguridad con su egoísta y excluyente poder económico.