El alcalde de Valladolid, Óscar Puente. Sergio Borja

Mucha mierda

La platería en llamas ·

«Quienes fueron indulgentes con las arriscadas de León de la Riva se arrebolan con los empujones verbales de 'buscatrifulcas' que se gasta Puente»

Rafa Vega

Valladolid

Miércoles, 7 de julio 2021, 07:11

Óscar Puente escribió en Twitter sobre Toni Cantó que «es un mierda». Y lo hizo con la brevedad y la concisión que requiere el medio como respuesta incontenible por la creación de un chiringuito de la lengua española en la Comunidad de Madrid para ... que el tránsfugo de Ciudadanos cuente con algún bolo. También lo hizo con el desparpajo que parece brotarle desde que rondamos el siglo a quienquiera portar en sus manos el bastón de mando en la ciudad de Valladolid. Como si a Óscar Puente le hubiera poseído el espíritu goliardo que se pasea de madrugada por las dependencias de la Casa Consistorial; el mismo que, sin duda, anduvo poniéndole en la boca ocurrencias y barbaridades de parecido jaez a Javier León de la Riva durante los años en que sostuvo el cargo de la alcaldía. Un goliardo ventrílocuo, más atrevido y rampante que el caradura de José Luis Moreno y que, por lo visto, a partir de las segundas legislaturas de nuestros ediles se crece sobremanera y logra que suelten la lengua con alardes suficientes para subirse a la picota nacional.

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A mí me hace gracia el escándalo que provoca en unos y otros esta patología lenguaraz porque salta a la vista que ha cambiado de graderío. Quienes fueron indulgentes con las arriscadas del anterior alcalde popular se mesan y arrebolan del todo con los empujones verbales de 'buscatrifulcas' que se gasta el actual alcalde socialista.

Pero desde la distancia puede apreciarse mejor la disposición del cuadro y la sombra burlona de ese hijo de Golías que los ha poseído a ambos y que no podría negar la filiación aunque quisiera: más vallisoletano que la madre del Rey Sol y tan áspero y seco como los buenos días en Tierra de Campos.

Lo que no puede discutírsele a Puente, en este caso, es el fiel respeto por la tradición para hacer uso del más preclaro chorreo castellano. Ni por la circunstancia del cargo y la representación, ni por el nivel cultural, ni por la tribuna podríamos afearle la expresión si echamos mano de los antecedentes. Basta recordar a José Antonio Labordeta, el cantautor aragonés arrumbado a diputado, que acabó mandando a la mierda a la bancada popular en respuesta a sus faltas de respeto; o a Felipe González que, lejos de dejarse arrullar por la sabiduría que pudiera arroparlo tras sus años como presidente del Gobierno, acabó espetando que Aznar y Anguita no eran sino «la misma mierda». Sin ir mucho más lejos, y por echarle un ojo a las filas enfrentadas, Arenales Serrano no dudó en afirmar que solo su partido podría sacar a España «de la mierda en la que la dejó Zapatero». Y si bien pudiera colegirse tras estos contados ejemplos que el mundo de la política siempre fue agraz y malcarado, vulgar y zafio, acaso convenga recordar a Fernando Fernán Gómez y su vehemente imperativo para mandar «a la mierda» a un admirador descolocado; o a Arturo Pérez Reverte, que no dudó en escribir sobre el ministro Moratinos que «se es un mierda cuando uno demuestra públicamente que no sabe irse». Camilo José Cela, por dejar en la cumbre de la referencia a un Premio Nobel de Literatura, tan despechado ante la injusticia que advertía hacia su persona, privada un año sí y otro también del Premio Cervantes, expresó su desdén impostado señalando que el galardón estaba lo suficientemente politizado «y cubierto de mierda» para que a él le preocupara.

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Y aunque sea lamentable que a ninguno de ellos le apeteció revolotear por la riqueza del idioma que habita entre el merdellón y la escurribanda al servicio de su afán escatológico y de su ira, a nadie debiera violentarle que dos políticos como Puente y Cantó, actores ambos con anterioridad, puedan desearse a menudo «mucha mierda», tanto en público como entre bastidores.

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