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Y sucedió que Donald Trump, creyente en la superioridad racial del hombre blanco, abusador sexual denunciado por más de 20 mujeres, mentiroso compulsivo, vanidoso épico, y corrupto con récord criminal, llegó por segunda vez a la Casa Blanca. Y, atontado, el mundo entero preguntó: ¿Cómo ... es posible?
La respuesta es bastante simple: «It's the economy, stupid». (Es la economía, estúpido.) Esta frase memorable fue dicha por primera vez por Jim Carville en las elecciones presidenciales de los EE UU en 1992. Él era un estratega de Bill Clinton, el candidato democrático. Según las encuestas, el año anterior, justo después de la guerra de Kuwait, el 90% del pueblo americano pensaba que el candidato republicano, el entonces presidente George Bush, estaba realizando un buen trabajo. Doce meses más tarde, con los EE UU en plena recesión, la aprobación del público había bajado considerablemente y el 64% de la gente le veía en términos negativos. Consciente de eso, Carville avisó a Clinton de que, en la campaña electoral, echara la culpa de los malos tiempos económicos a Bush, y así el demócrata ganó en las urnas.
Si preguntas hoy día, 3 de cada 4 americanos contesta que se sienten más pobres que en 2020, además de que su país es peor lugar para vivir. A pesar de que la pandemia ha sido la razón principal de la inflación y el empobrecimiento de muchos, todos han echado la culpa a Joe Biden y, en consecuencia, también a su vicepresidenta, la mismísima Kamala Harris. En la totalidad de su breve campaña, nunca dijo como iba a mejorar las vidas de la clase obrera, prefiriendo concentrarse en lo malo que es el viejo Trump. Por su parte, el rubio sabe conectar con el pueblo, usando las redes sociales y dando entrevistas en las radios populares en vez de participar en debates en directo en la televisión que sabía que podría perder. Y, muy importante, dijo repetidamente que, bajo su mando, América va a ser grande una vez más, como dice el nombre de su movimiento en inglés, MAGA (Make America great again.) Todas mentiras, por supuesto, pero no importa, ha ganado.
Que un megalómano llegue al poder con promesas falsas de mejorar las vidas de la masa de pobres, esos millones que sienten que ningún gobierno se preocupa de ellos, no es nada nuevo. Así llegaron los comunistas en Rusia en 1917 o los nazis en Alemania en 1933. Sobre Trump dicen, bueno, es un poco raro, pero mira qué va a hacer por la economía. Exactamente lo que dijeron sobre Hitler.
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