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«¿Y esa? ¿De qué país es?» Allí estuvimos, una tarde soleada, reventados después de comer en la casa de unos amigos en algún lugar de la provincia, contemplando una bandera en el jardín del vecino. Era la cruz de Borgoña con su representación de ... la cruz de San Andrés, o sea, una especie de cruz diagonal roja por encima de una base blanca. En su tiempo, el estandarte de los tercios de Felipe II, de buques de guerra españoles en alta mar, del ejército, entre otros, en las guerras Carlistas, de las colonias, la edad dorada … Vamos, un clásico para los que tienen ganas de mostrar su patria por todo lo alto.
Vi ese icono nacional por primera vez hace pocos años, colgada desde un balcón a la vuelta de la esquina. Muchos habían puesto la bandera de España en la ventana, no para apoyar a la selección en los mundiales, si no como respuesta castellana a los independentistas catalanes y su referéndum. Luego me fijé en otras, siempre por allí, entre el mar de españoles, en grandes manifestaciones en Madrid, también en las violentas protestas recientes frente a la sede del PSOE en la capital, un poco antes de la Navidad.
Ay, las banderas, como son. Te fijas en una y enseguida hay más y todas tienen su propia historia. Un domingo vi una bastante grande, la de Palestina, acompañada por las palabras inglesas «Free Palestine», al lado de la catedral de Valladolid, y la semana pasada vi la misma pintada en la fachada entera de un edificio en el centro de Glasgow. Luego, a la vuelta a casa (España), la vi en la camiseta de Jesús Cifuentes en ese gran vídeo de los Celtas Cortos tocando en Asklepios. Y, sí, tienen razón. Libertad a Palestina, de los bombardeos y la hambruna, como mínimo. Nada puede justificar la muerte de 21.000 niños y mujeres, (por no hablar de 10.000 hombres).
No se ve la bandera de Israel, la estrella azul de David, acompañada con «Free Israel», libertad a Israel, o a los rehenes israelíes, para empezar. Una pena porque hay alrededor de ciento y pico de ellos, también por debajo de los escombros, viviendo una pesadilla desde que fueron secuestrados el año pasado, sin saber ni cuándo ni cómo va a terminar. Los israelíes no descansaran hasta dejar en libertad a todos los suyos. Si fuesen 100 rehenes españoles, ¿Cómo reaccionaría España? E Israel, un estado solo tan grande como Madrid, y todavía traumatizado por un genocidio cometido contra su gente hace 80 años. También ellos son víctimas y no sirve de nada decirles Palestina más.
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