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Supongo que este 19 de marzo, Día del Padre, es el primero en que una contingencia planetaria, el maldito coronavirus, le roba la primogenitura a esa celebración social. Al menos desde que dejó en segundo plano su carácter religioso -San José artesano- en favor de ... aspectos tan esencialmente de mercado que fue considerada como «un invento de El Corte Inglés». Un fenómeno, la verdad, extensible a otros aniversarios sujetos a metamorfosis: Día de la Madre, Día de los Enamorados, donde el impulso primigenio terminó colonizado por los hábitos mercantilistas.
Sin embargo, el hecho de que hoy no ocupe el primer cajón del podio no significa que el COVID-19 le haya ganado la partida al Día del Padre. Durante mucho tiempo, por lo menos en mi caso, el Día del Padre equivalía a corbata nueva, otras prendas de vestir, alguna pluma estilográfica y siempre, siempre, libros. Ahora en los buzones (digitales y analógicos) se agolpa la publicidad para el 'padre deportista', para el 'padre aventurero', para 'el padre clásico', para el 'padre de acción', para el 'padre cinéfilo' o para el 'padre a la última', al que reservan juegos con gafas de realidad virtual, asientos anatómicos, superpantallas y sonido envolvente. El paraíso de la tecnología.
Es probable que esta situación de excepcionalidad debida al coronavirus le haya birlado la portada, por decirlo así, al Día del Padre, pero estoy convencido de que refuerza, al mismo tiempo, su condición de obsequio y reconocimiento especial. ¿Qué mejor regalo que la compañía y los juegos pueden ofrecer los hijos a los padres durante el confinamiento forzado por la pandemia? Dirás mi buen Yorick que no todos los padres y madres pueden quedarse con sus hijos, aislados en casa, pues muchos tendrán que salir todos los días para ir a trabajar. Visto así, no hay mal que por bien no venga. Lo uno por lo por otro. O como le dijo el ciego al Lazarillo mientras le curaba tras estrellarle el jarro de vino en la cara: «¿Qué te parece Lázaro? Lo que te enferma te sana y da salud».
Desde luego, el mejor regalo son la compañía y los juegos, aunque en esta tradición que se remonta por lo visto a mediados del siglo pasado, las manualidades en la etapa infantil siempre fueron 'joyas' imprescindibles. Unas manualidades que los niños y niñas completaban durante el horario escolar casi siempre ayudados por las maestras.
¿Habrá hoy también manualidades de regalo para los padres?
Yo guardo aún algunos de los dibujos y dedicatorias que mis hijos elaboraron para felicitarme los 19 de marzo. Revisarlos ahora sigue conmoviéndome. Pero no solo por la belleza o la originalidad de los mensajes, sino por la sinceridad de sus palabras: por que sé que la vida nunca les ha desmentido aquellos regalos. Aunque eso sí, continúo rogándoles que no me colmaten el wasap con memes, vídeos y fruslerías.
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