Vamos de culo. Esta frase escueta y contundente resume el estado de ánimo de la gente de nuestra tierra. Hace dos semanas participé en una pequeña manifestación de protesta en la plaza Mayor de Muñoveros, pacífica y civilizada. Luismi, el alcalde, nos puso al tanto ... de las previsiones de la Consejería de Salud para dejar sin consulta a los pueblos. Primero quedaron reducidas a tres días, luego a dos, y ahora, aprovechando que la pandemia pasaba por allí, las reducen a una hora a la semana. ¡Atrácate, comilón! Hubo muchas manifestaciones simultáneas aquella tarde en los pueblos de nuestra tierra. La mitad de los doscientos y pico asistentes éramos 'madrileños'. Así llaman los lugareños a los que frecuentamos los pueblos los fines de semana y los veranos.
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Uno de los logros sociales más decisivos de los españoles en las últimas décadas ha sido el sistema de salud; también el sistema educativo. Ahora sabemos que el sistema de salud comienza a hacer aguas. Las citas con los especialistas se aplazan meses y meses. Te aburren. Pero, mientras, tú sigues con el dolor, con la cojera, con la falta de visión. Y, entre tanto, la medicina privada gana terreno. De eso se trata. Los negocios de la medicina progresan. En un país avanzado, la educación y la salud no debieran plantearse como negocio. Si usted quiere ganar dinero monte una empresa de reciclado de basura, abra un restaurante, un gimnasio o una concesionaria de automóviles. O una clínica para recuperar la vieja pelambrera de la cabeza. El mundo está lleno de calvos. Pero con la salud básica no se debe hacer negocio porque nos compete a todos. La pandemia lo ha dejado claro.
No se puede ofrecer a un puñado de pueblos habitados por gente mayor media hora de consulta a la semana. Resulta humillante y provocativo. Cada pueblo cuenta con cien, doscientos o trescientos habitantes mayores que van a saturar las consultas de urgencia de los centros comarcales con los consiguientes desplazamientos. Lo racional es que el médico se desplace una o dos horas cada día a los pueblos, en función de los flujos. Por ahí comienza la descomposición del sistema. No hay recursos, dicen. Pero los millones llegan en tromba a Madrid y Barcelona para hacer frente a las grandes infraestructuras. El dinero se reparte mal. Resulta desolador vivir en los pueblos a lo largo del año. Parecen perros flacos. El paisaje, uno de sus dones, se machaca con los vertidos masivos de porquería nauseabunda. Y siguen concediendo licencias a nueva granjas porque hay que seguir alimentando a los 'madrileños'. Alguien se tendría que cuadrar. La España Vacía no puede ser el estercolero de la España urbana. La medicina es tan solo un síntoma. De culo.
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