Es difícil explicar a un no iniciado lo que es la leyenda negra, ni su verdadera magnitud. Pero valgan como introducción provocativa las palabras del investigador sueco Sverker Andersson, que la definió como «la mayor alucinación colectiva de Occidente». La propia Roca Barea, en su conferencia, explicó que surgió como «un arma de guerra», en la lucha contra la hegemonía española de los tiempos del Imperio católico, pero que ha terminado por infiltrarse en toda la historiografía europea, generando una visión completamente distorsionada del papel de España en la historia.
Un ejemplo bien actual del éxito de esta visión es el superventas 'Sapiens, de animales a dioses. Breve historia de la humanidad': «Es imposible contar la historia de Occidente sin mencionar a España y Harari lo hace», explicó Elvira Roca. Y eso que, como la investigadora recordó, sólo a modo de ejemplo, la conquista de América y la primera vuelta al mundo asientan la idea de la redondez de la tierra e inician la nueva era de la globalización.
Pero lo peculiar de la leyenda negra es el modo como las élites españolas la asumieron. Roca Barea encuentra el origen en el afrancesamiento que se instala en España con los Borbones, una dinastía nueva que construyó su legitimidad en oposición a los Habsburgo, artífices del imperio. Pero también en la renuncia de España a escribir su propia historia.
Hemos asumido lo que los demás han escrito sobre nosotros (primero la historia francesa, luego la inglesa, la alemana…) desde una lógica e interés ajenos e incluso contrarios. Y se ha asumido sin discusión; incluso durante el franquismo. «¿Por qué estudiamos nosotros la Armada Invencible?», se preguntó la autora de 'Imperiofobia': «Porque los ingleses la han convertido en un hito de su historia nacional, pese a que es el único episodio medio victorioso para ellos de una guerra favorable a España. Es lógico que ellos lo estudien, lo que no se entiende es que lo hagamos nosotros». Roca Barea explicó que no se trata solo de una gran intoxicación, sino de «un arma de sometimiento que genera inferioridad cultural y falta de autoestima». Desmontar el gran engaño es tarea titánica, quizás incluso imposible. Pero lo mínimo es ser conscientes.
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