La energía es un concepto que desarma, más bien que explota cualquier otro concepto, pues su realidad no tiene límites, es indeterminada, imprevisible. Cuando creemos haber encerrado la energía en una fórmula, atentamos contra su esencia más profunda, la de ser informulable.
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Materia y energía ... son conceptos físicos complementarios pero diferentes. Ninguna fuerza material se activa sin un impulso energético. Energías alternativas son las que a su vez son recambiables por otras terceras y así sucesivamente hasta demostrar que el ciclo energético debe cerrarse. La necesidad es materia abierta, pero lo es más, que la materia exige economía ecológica.
La energía y la materia se gastan, las reservas de combustible se agotan hasta un umbral crítico, después viene la miseria nuclear, un agotarse por dentro, que eso es el morir de la materia, tanto para las estrellas como para nuestra civilización tecnológica.
No podemos descuidar la capacidad de producción y trabajo que exige una disciplina en la relación del mercado. Sin esta regulación de los mercados, la energía se convierte en materia desechable. La energía anima al ciudadano, la mente creativa nada es sin el hálito científico energético. El humano es un ser energético que fundamentalmente desperdicia su energía en el acto para el que fue activada. No es una paradoja, es la constatación de la rotura Potencia-Acto cuando se protagoniza esa mecánica de las necesidades reales de la civilización.
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