Secciones
Servicios
Destacamos
Por fin vamos a darles vacaciones a las mascarillas y a cuantos se enriquecieron con ellas. En las próximas horas las calles van a cobrar un aspecto que llevábamos dos años olvidado. De pronto desaparecerá la imagen de una procesión de fantasmas de colores que ... nos venía persiguiendo. Parece una bobería, pero movernos por ahí sin mascarilla, ni miedo a que nos multen por haberla olvidado en casa, merece ser celebrado. Y más cuando la renuncia a las mascarillas es el mejor símbolo de que la puñetera pandemia que nos venía amenazando está decayendo. Esperemos que así sea. Que la ciencia y la conciencia de los negacionistas contribuyan con las vacunas para que el virus emigre a otra galaxia deshabitada. Esperemos, pero sin fiarnos. El coronavirus ya ha demostrado que tiene una capacidad extraordinaria de regeneración.
Todo lo que hagamos desprotegidos por la mascarilla será poco para alejarlo de nuestras vidas. Nada de dejar que la euforia nos traicione. Poder caminar por las calles sin mascarilla es una conquista importante. No hay que minimizarla ni despreciarla. De momento, eso sí, hay que celebrarlo. Nos libra de un engorro constante y de un gasto frecuente. Pero lo mejor es que vamos a volver a reconocernos a la primera cuando nos reencontremos. Se acaba el pasar de largo al lado del amigo o el familiar enmascarado. Volverán los abrazos y los besos.
Estaremos paliduchos y más viejos, para qué vamos a engañarnos. Tantos meses de confinamientos y rostros ocultos no pasan en balde. Pero procuraremos, eso también, no decir a amigos en los reencuentros «te veo muy joven y a ti muy guapa», porque es una invitación a mirarse al espejo. No es obligatorio creérselo, pero también es cierto que infunde dudas y moral al tiempo en unos momentos en que renacen las ansias colectivas de volver a vivir. Han sido, todavía están siendo, tiempos muy duros, con el recuerdo imborrable de las víctimas y de los propios sufrimientos de quienes pasamos la covid.
Es un episodio más para nuestro currículo que nadie quisiera haber pasado. Si de algo sirve, queda para la historia el recuerdo que todos hemos sufrido. La literatura que viene, seguro que explotará el filón con tan infinita racha de historias. Hay quien anticipa que la pandemia marcará un cambio de era. Si es así, cuando nuestros sucesores lo recuerden será apoyado por fotografías de la gente con mascarillas. Será la imagen de un tiempo en que pasamos de la euforia a la angustia en cuestión de horas. Lo relataremos a nuestros nietos con el mejor énfasis épico que sepamos: «Todos salíamos camuflados con mascarillas a la calle».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.