La masa madre
Intruso en el norte ·
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Intruso en el norte ·
«El campo, el campo que me habita, se queja en un grito unánime contra el olvido»Cuando el campo salió a la calle vimos que todo era líquido menos Ábalos. Cuando el campo salió a la calle Puente no tuiteó nada, a Igea le pitaban los oídos y tú y yo nos bloqueábamos en redes. Desde entonces no sé de ti, ... niña astur, nada más que lo que veo en el Instagram por persona interpuesta. El amor es una cosa de ausencia y ferrocarriles, y en Venta de Baños ya no nos quisimos tanto..
Yo ya no sé qué pensar de todo, pero los tractores en Palencia me asaltaron en una imagen imborrable. No era ni mayo ni francés, era enero y la avenida Casado del Alisal, y también era Jaén y mañana y siempre será Castilla.
El campo, el campo que me habita, se queja en un grito unánime contra el olvido. En todo este tiempo, los prosistas hiperglucémicos y los escaladores/aventureros/vividores/entrevistadores le cogieron el gusto a pasearse por la sembrada como una nueva moda de enoturismo sostenible. Claro que a todo le ponían voluntad, populismo urbano y una frase de Rhodes, que es el Chopin de los buhardilleros. El organillero de los sobacos ilustrados.
La cosa es que ni Dios sabe lo que cuesta el seguro agrario, ni las penurias de ir en gasoil a la capital a llenar un formulario para no sé cuántos ministerios y ni sé cuántas consejerías. El silencio de las corderas que es hoy Moncloa era contestado por quienes ni llegan a fin de mes y aún les siguen llamando matalobos. A mí los lobos es que miran a la cara, con algo más atávico que la mirada de Lupo, que es mi perro y que se ha vuelto senequista por los monólogos que le suelto entre el pienso (sic) y el existo.
Creo que las cosas del campo, que diría el poeta Muñoz Rojas, a ti te vienen dando igual. El campo no es inclusivo en el lenguaje y la matanza te da náuseas mientras que a mí me abre la pulsión de ser lo que soy, en esta tierra y bajo estos cielos.
Cuando cojas los trenes pendulares y veas como la tierra se grana llegando a León, o cómo las hileras de las leguminosas parecen un mar, entonces te diría que colgaras algo en tus redes.
En realidad, sé que no sé si existes; y sé que el campo nos sucederá a ti y a mí y que mis hijos y sus hijos seguirán pagando no se qué contribución simbólica de terrero rústico a las orillas graníticas del pantano de Aldeadávila.
Tú sigue con lo tuyo y con la masa madre, que es un consuelo. Al final, querida, saldrá Ábalos con un sombrero de paja y calmará estas aguas agrícolas que vienen aceituneras y altivas.
* twitter.com/jesusNjurado
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