
Nos pica la cara
«¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela», decía Machado
Marta San Miguel
Lunes, 31 de marzo 2025, 00:01
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Marta San Miguel
Lunes, 31 de marzo 2025, 00:01
Es curioso cómo funciona la mente humana. Si le dices a alguien 'te pica la cara', al cabo de un rato, si se lo repites ... señalándole, ese alguien se acabará rascando el papo. Lo mismo que cuando vemos un bostezo, que acabamos repitiéndolo, o si vemos un vómito. Supongo que tiene que ver con el sentimiento gregario y nuestra necesidad de vernos reflejados los unos en los otros, como esperando definirnos por extensión. Solo así me explico esta forma de rascarnos de la misma manera cuando nos advierten de una guerra inminente, o de que tengamos un kit de supervivencia en casa, o de que el Supremo catalán ha absuelto a Dani Alves de la agresión sexual que lo llevó a prisión porque el testimonio de la víctima ya «no es fiable», o de que José Bretón está encantado de contar el asesinato de sus hijos en un libro escrito para indagar en el mal.
Hay días que no sé si me pica la cara o si nos están intentando provocar el sarpullido. ¿Qué es verdad, que «el mundo en el que vivimos es peligroso, aunque eso no quiere decir que vaya a haber una guerra mañana», o bien que «si Rusia gana esta guerra, Europa estará en peligro porque no se va a parar ahí»? Ambas frases son del español que ha estado al frente de la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell. Lo único que me ha quedado claro es que hay que gastar dinero, mucho dinero en armas, muchísimo, y que ahora hablamos de kits de supervivencia en casa en vez de hablar de la imposibilidad de tener casa. «¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela», decía Antonio Machado. Me pregunto si en vez de escepticismo no será perplejidad lo que nos mantiene así de reactivos, de uñas siempre, uñas largas, por cierto, ideales para rascarnos.
¿Qué si tengo miedo cuando escucho ciertos mensajes como el de Borrell sobre la amenaza de una guerra? Por supuesto. ¿Que si estoy deseando transformarme en una escéptica que equipara, como Belarra, la amenaza rusa con las bombas de destrucción masiva de Irak para justificar la guerra? También. Así que leo. Es lo único que me calma el escozor de la piel. Leo a Machado, que no entrevistó a asesinos, pero narró la capacidad de matarnos por nuestras ideas. Leo columnas de opinión que opinan distinto a mí. Leo este periódico y debato con amigos en bares y por wasap sobre lo de Bretón. En este caso concreto, una semana ha durado la polémica: la editorial ha suprimido su publicación. Me pregunto cuánto durará el dolor de la madre de los niños asesinados; me pregunto si el miedo que sentimos a una guerra potencial se asemeja al miedo que ha sentido y siente ella. Su miedo es verdad, nuestro terror qué es entonces.
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