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Nos acercamos al clímax de las festividades, y los días previos se llenan de cenas que nos van preparando para lo que está por venir. Desde el trabajo, pasando los amigos del máster, hasta los compañeros de guardia, estos encuentros se convierten en un ensayo general para la gran Nochebuena y Nochevieja. ... Y no es casualidad.
El Adviento marca la víspera de la Navidad y el inicio de un mes de convivencias intensas. La famosa 'Nochebuena', símbolo de la unión familiar, de la renovación de los lazos, se refleja en estas reuniones previas. Estos convites funcionan como un 'calentamiento'; como los atletas antes de una competición, estiramos el estómago y ejercitamos el músculo de la sin hueso mañana, tarde y noche.
Con el recordatorio –lejos quedó la celebración– de nuestra Constitución, da comienzo a esas semanas de diciembre frenéticas y atávicas, que recuperan su raíz en una larga tradición de banquetes de invierno de la antigua Roma, las Saturnales. Grandes banquetes en honor a Saturno en los que la comida y la bebida fluían de manera desinhibida, y todos, independientemente de su estatus social, compartían mesa.
De algún modo, todos estos cónclaves en restaurantes, casas y bares siguen ese espíritu de entrega antes del gran evento. Entre guirnaldas, abetos, gorros y hasta diademas con astas de renos, brindamos como si fueran nuestras últimas cenas antes del fin de algo importante. Tal vez, con la certeza del que cierra un año al que sabe que no podrá volver.
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