![El pin de marras](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202001/21/media/cortadas/loren-kC9G-U901290967115psH-624x385@El%20Norte.jpg)
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¿De qué hablamos en realidad cuando hablamos de ese 'pin parental' que se ha convertido en el centro de la actualidad y el caballo de batalla entre la oposición y el recién formado Gobierno y que va camino de convertirse en la estrella de ... estos primeros compases de la legislatura? ¿Hablamos, como dicen quienes lo proponen, de preservar el derecho de los padres a transmitir a sus hijos los valores que consideran dignos de respeto, y no la ideología que gobernantes abyectos quieran inocularles? ¿O por el contrario, como afirman quienes lo han convertido en blanco de sus diatribas, incluso en posible argumento para aplicar nada menos que el artículo 155 de la Constitución a las comunidades autónomas que lo implanten, hablamos de una forma encubierta de censurar la labor de los docentes para que sobre ella pese una visión contraria a los valores de pluralismo, diversidad e igualdad recogidos en nuestra Constitución?
Para responder a estas preguntas podríamos pensar, si el comportamiento de nuestros políticos nos permitiera conservar alguna ingenuidad, que basta con examinar la regulación de la figura en cuestión, analizar a qué supuestos se extiende y en qué condiciones permite el pin de marras a los padres oponerse a que se impartan a sus hijos qué contenidos. Ante la reiterada constatación de la voluntad de confundir y desorientar a la opinión pública que anima muchos de los debates que se plantean entre nosotros, preferiblemente sobre cuestiones accesorias que permitan eludir las sustanciales –verbigracia, en materia de educación, nuestros pobres y menguantes resultados en las pruebas de evaluación de referencia–, la experiencia propone un método de análisis alternativo. ¿De dónde viene la propuesta y por qué se toma en consideración algo que no existía?
Analizado en esta perspectiva, el asunto ofrece poca duda. En todos los casos la iniciativa proviene de Vox, segunda fuerza de la derecha en número de escaños y primera en crecimiento de voto, pero relegada en los gobiernos afectados al papel de socio extragubernamental, mientras Ciudadanos, tercera fuerza y en caída libre, ostenta vicepresidencias y consejerías. El pin se nos presenta sin ambages como condición 'sine qua non' para que esos gobiernos dispongan de presupuestos. Y ante el pánico a quedarse compuestos y sin cuentas, los presidentes del PP se avienen a la demanda mientras sus socios de Ciudadanos silban y se ponen de perfil, pero nada impiden, ni impedirán.
Es, una vez más, la cruda lucha por el poder. Por retenerlo, o por hacer sentir quién lo tiene. Y una vez más, son los niños el campo de batalla, y la educación, la que paga los platos rotos. No hace falta pin, sino padres que estén y eduquen, y profesores a los que se les deje proporcionarles la mejor enseñanza posible.
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