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Mi padre tenía un disco, tan de los 70, recopilatorio de canciones 'Cachondas'. Para los que tengan menos edad, había canciones como 'Saca el Guiski, Cheli', 'En la fiesta de Blas' o 'Mi querida Severiana', una exaltación del animalismo y del amor a una ... oveja digna del Woody Allen de 'Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo'. El disco se celebraba en casa cada vez que mi padre lo ponía. Pasábamos por temazos como 'La Ramona' de Fernando Esteso, aquella celebración de la obesidad mórbida, al, en aquel momento hilarante 'Te Hiero', la versión del 'Te quiero' de Nino Bravo con nada disimulados tintes de maltrato doméstico.
El bonus track era 'La chorba del Jacinto', himno a la cosificación de la mujer: «Cuando menea el muslamen al bailar, la choba del Jacinto me mola cantidad». Incluía esa joya del despropósito, ese anatema del presentismo, una canción llamada 'Mariposas Locas', dedicada, con un ritmo bailable y pegadizo, a bañarse en los estereotipos de los homosexuales aprovechando los puentes sonoros para incluir esos chistes «de mariquitas» que tanto éxito estaban teniendo entonces.
Como digo, ese disco se escuchaba sin filtros en mi casa, incluso cuando había invitados y la cosa derivaba en fiesta. Jamás escuché a nadie protestar por el contenido de una sola de esas canciones, ni una, nadie. Las cosas eran tajantemente así, nadie había hecho los procesos que hemos hecho ahora. Incluso mi primo Luis, del que se acabaría sabiendo que se llamaba Elena, se reía a boca abierta con los chistes de aquellas 'Mariposas Locas' que camelaban al Sargento del cuartel donde hacían la mili para convencerle de tener relaciones con él.
Por mi parte debo decir que ni uno de esos contenidos me ha vuelto, que yo sepa, homófobo, gordófobo o cosificador. Salvo fallos en la placa base, aquella que llevamos por defecto, rara es la vez que me sorprendo a mí mismo en una postura ideológica que, si la reflexiono, pueda asquearme de mí mismo. Bien es cierto que puede que haya personas reacias a la evolución a las que ese contenido puede haberles marcado para siempre convirtiéndoles en un amasijo de prejuicios.
Por eso está bien que esas canciones existan pero está mejor que alguien nos las actualice, las ponga en su contexto, nos explique cómo era la época en la que surgieron y podamos escucharlas con ese filtro. Y sí, el lector perspicaz sabe de qué estoy hablando. Dumbo no era racista cuando salió, como no lo eran los blancos pintados de negro de 'El Cantor de Jazz' o 'El mundo perdido', eran, simple y cruelmente, lo que había. Por eso ahora está bien que un cartel nos avise de eso y un padre se siente junto a su hijo a explicarle según que cosas mientras se ven.
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