Hacer deporte requiere esfuerzo. Mucho esfuerzo. Los que suben al podio o ganan competiciones internacionales han recorrido por lo general un largo camino de dedicación y sacrificio. A menudo, los inicios fueron difíciles. Lionel Messi siempre ha explicado que sus problemas de salud en la ... infancia templaron su carácter y le permitieron llegar a ser el excelente jugador que es ahora. Cristiano Ronaldo recuerda cómo a los 12 años acudía en Lisboa, junto a otros compañeros, a un local de McDonald's donde les regalaban las hamburguesas sobrantes.
Publicidad
Un caso admirable es el de Yusra Mardini, una joven siria que huyó de la guerra en su país y durante su travesía hacia Europa tuvo que nadar junto a su hermana durante horas en mar abierto para salvar su vida y las de otros. Fue nadadora olímpica en Río 2016. Otro caso es el de Abebe Bikila, el primer campeón africano en la historia de los Juegos Olímpicos. El atleta pasó de pastorear ovejas en las praderas etíopes de Jato a correr una maratón en Roma en 1960. Bikila impactó a todos porque corrió descalzo.
Es impresionante también la historia que han protagonizado dos jóvenes de Burkina Faso: Issouf Diallo, de 22 años, y Kadiata Tomboura, de 25. Diallo practica el tiro al arco y la lucha tradicional y Kadiata, solo la lucha. El 27 de abril se celebraba en la ciudad de Bobo-Dioulasso la Semana Nacional de la Cultura que reúne cada dos años a artistas y deportistas de las trece regiones del país. Para los chicos era impensable llegar allí pues viven en Dori, región administrativa de Sahel, al norte del país. Dori se encuentra desde hace dos años bajo el bloqueo yihadista.
Los jóvenes decidieron que tenían que llegar a la competición a pesar de que la única carretera de salida y entrada estaba plagada de minas y los asaltos terroristas eran frecuentes. Para lograrlo, se organizó un convoy militar con el que recorrieron los 300 kilómetros de distancia que les separaban de su gran objetivo de representar a su región a pesar de todos los impedimentos. El trayecto fue arduo y lleno de sobresaltos. Pero ellos iban cantando para mantener la moral alta. Ambos compitieron como habían deseado y Kadiata consiguió un tercer puesto en su especialidad, pero estar allí fue el mayor reconocimiento. La historia de Diallo y Kadiata es un ejemplo de valor y superación, como el de tantos otros niños, niñas y jóvenes que aman el deporte, que patean un balón hecho de trapos o hacen equilibrios sobre sillas rotas. El mundo, en los rincones más recónditos, está lleno de sueños de competición y esperanzas de paz y de gloria. Pero hay que trabajar duro, muy duro.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.