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Mi tía Margarita
COLA DE LEÓN ·
El tiempo ha demostrado que las personas con síndrome de Down pueden ser lo que se propongan, solo que con más esfuerzoSecciones
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COLA DE LEÓN ·
El tiempo ha demostrado que las personas con síndrome de Down pueden ser lo que se propongan, solo que con más esfuerzoNo fui consciente de lo que quería a mi tía (abuela) Margarita hasta el día que falleció, porque reconozco que de pequeña me daba miedo. Cuando íbamos a verla, lo mismo te recibía llenándote la cara de besos, como se le antojaba la muñeca que llevabas en los brazos, esa que los Reyes Magos te habían traído apenas unos días antes, y se la tenías que dar. Era completamente imprevisible.
Le encantaban las golosinas y los gusanitos. Más bien le encantaba poseerlos, porque no recuerdo verla comerlos. Tenía una habitación 'llena' de bolsas, o eso me parecía. Era como un castillo inexpugnable y tía Margarita, el soldado que vigilaba su tesoro. Los sobrinos nos las ingeniábamos para despistarla y conseguir el objeto de deseo inalcanzable. Las bolsas llevaban ahí tanto tiempo que todo estaba revenido, pero daba igual, porque no había diversión mayor que las carreras por el pasillo, con ella detrás, cuando nos pillaba.
Mi tía Margarita tenía síndrome de Down y el día que falleció me di cuenta de que era el centro de la familia. Nació en una época en la que los 'mongólicos' no tenían acceso a la educación y a muchas otras cosas. El tiempo ha demostrado que pueden ser lo que se propongan, solo que con más esfuerzo. Dijeron que no viviría más de 30 años, pero superó los 50 y sobrevivió casi 10 a una madre que siempre estuvo preocupada porque alguien le cuidase si ella faltaba.
Mi tía fue una niña eterna, con porte de adulta, que no es poca cosa. De ella nos queda su sonrisa pícara en fotos casi descoloridas. Pero esa sonrisa refleja fuerza, coraje y valentía; la suya, pero sobre todo la de su madre, mi bisabuela Agustina, menuda de cuerpo, pero grande de alma, que nunca flaqueó.
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