Secciones
Servicios
Destacamos
Los mares y maremotos en Castilla y León no son cosa del pasado, cuando la Península Ibérica estuvo anegada por turbulentas corrientes marinas. Solo hay que echarse a andar por los páramos y los serrijones de nuestras provincias para descubrir fósiles que nos hablan ... a las claras de ese pasado tan rico en peces y algas. Antes de que llegaran los dinosaurios, ya hubo delfines y ballenas. Es fácil imaginar aquellas mareas en días de ventarrones y ciclogénesis, ahora cada vez más frecuentes, sobre todo en Soria, acaso la más marítima de nuestras provincias.
A través de un anuncio comercial, he conocido a Nacho Fernández, un joven vigués asentado entre nosotros que me dice, con cierto desplome en la voz, que estudió Ciencias del Mar con la esperanza de no salir de su tierra. O, en todo caso, de no perder nunca la línea de costa. Conocemos el estigma migratorio de los gallegos. Bueno, si en Vigo no consigo un trabajo relacionado con el mar, lo conseguiré en Cádiz, en Coruña o en Santander, se decía Nacho al comenzar su carrera.
Pues no, el estigma se ha cumplido. Ha terminado trabajando en Segovia. Y de asuntos derivados del mar pues contamos con una laboratorio experimental para combatir las enfermedades de los crustáceos y potenciar su sabor. Nacho también podría haber acabado en Medina del Campo, capital de las gambas, gambones y langostinos. Resulta que Castilla y León es una potencia. Más de 170.000 toneladas al año. En vez de hacer los trasiegos comerciales en barcos, ahora los mueven en camiones. No sé qué pensaría don Álvaro Cunqueiro de los crustáceos castellanos y leoneses. Le imagino dando su docto parecer después de llevárselos a la boca y diciendo que notaba en ellos un retrogusto a trigo candeal, precisamente por influencia del paisaje en el que viven. Gambas, gambones y langostinos de Medina, la ciudad donde se puso en circulación la primera letra de cambio. Estamos un poco locos y el mundo cambia a gran velocidad. He visto hacer surf en primavera a las laderas herbóreas de nuestras colinas serranas. Incluso en las laderas casi verticales de los cañones calcáreos del río Lobos y del Abión. La juventud no se priva de nada con tal de descargar adrenalina. Eran célebres las gambas de Huelva y los langostinos de la costa tarraconense. Imagino a algún cocinero de Villaverde de Campos, Tordesillas o Almazán dando su toque maestro a un plato de gambas medinenses con ajos de Vallelado. Todo es posible, me dice Nacho Fernández, tenéis lo más importante: las sirenas de vuestros capiteles románicos que supongo serán una fuente de inspiración para los cocineros. Donde hay una sirena es natural que surja de extraño un plato de gambas o langostinos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.