Mañueco e Igea: primer año
La carta del director ·
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«Arrimadas es hoy por hoy la legítima responsable y administradora del acuerdo de cien puntos que firmaron PP y Ciudadanos para la formación de Gobierno»La última rueda de prensa conjunta del presidente regional, Alfonso F. Mañueco, y su vicepresidente, Francisco Igea, nos deparó el pasado viernes un incómodo instante de empalago. Fue convocada para hacer balance del primer año de legislatura de un gobierno conjunto armado por PP ... y Ciudadanos y a la pregunta de una periodista sobre la relación personal entre los dos protagonistas, que comenzaron su andadura con no pocas dificultades, desencuentros y recelos, Igea respondió: «La crisis y el devenir de este año ha hecho que ese matrimonio, que era un matrimonio por conveniencia, ahora sea un matrimonio por amor, vamos a decirlo finamente». Me caben pocas dudas de que el presidente, poco amigo de los excesos verbales, seguramente hubiese deseado estar a mil kilómetros de allí en ese preciso instante. Por eso cuando le tocó completar la declaración de su segundo, tomó aire y compensó los tintes sentimentales de su acompañante con conceptos relacionados con la gestión, el trabajo, el equipo o la responsabilidad. Es decir, que para Mañueco sigue siendo un matrimonio de conveniencia y en separación de bienes. Esos tres minutos de rueda de prensa se pueden tomar como epítome del momento exacto que vive el gobierno de coalición, ni parecido al que se vivía hace un año. Ya no existe la simetría de entonces. En junio de 2019, Mañueco e Igea representaban, cada uno por distintas razones, el liderazgo de cada uno de sus grupos parlamentarios y partidos en la comunidad. El primero era (y es) presidente de los populares, victorioso en primarias, derrotado en las urnas por Tudanca y candidato a presidir la Junta; el segundo se había pegado la machada de desalojar en primarias a Silvia Clemente, la carta oficialista de Albert Rivera, había logrado unos resultados extraordinarios para su partido. A pesar de que fueron muy inferiores a los de PSOE y PP, decidirían, con la llave de la gobernabilidad, qué partido iba a formar un Ejecutivo en La Asunción. Podría decirse que uno y otro se trataban de tú a tú. Eso ya no es así. En el transcurso de estos doce meses, Mañueco ha permanecido en su posición más o menos inalterable, sin ningún incendio insofocable. Ni la investigación abierta en un juzgado de Salamanca por financiación ilegal –en cuyo germen, por lo que hemos podido saber, Igea mostró un alto interés– le turba el sueño. Pero Igea no es el mismo. En las primarias de la formación naranja del pasado 8 de marzo, Inés Arrimadas arrasó –arropada por el 77% de los votos– con las aspiraciones del político vallisoletano de presidir Ciudadanos y, sobre todo, con su concepto de partido territorializado. Entonces llegó la pandemia. Y la digestión, gestión y consecuencias de esa quiebra de liderazgo del vicepresidente de la Junta quedaron aparcadas a un segundo plano. Lo cual no quiere decir que lo sucedido el 8 de marzo no sucediera. De hecho, cuando recientemente se ha producido el relevo de Germán Barrios en la Consejería de Empleo, Ana Carlota Amigo, la nueva titular de esa cartera, tuvo que renunciar, en una decisión sin precedentes, a su acta de procuradora. Debe haber razones poderosas para que Igea no haya renunciado a la suya como alto cargo de la Junta, pero lo cierto es que en estos momentos el grupo parlamentario depende de David Castaño, Luis Fuentes y Miguel Ángel González, la tríada que controla Ciudadanos en la región. Y ese grupo, bajo las órdenes directas de Arrimadas, es hoy por hoy el legítimo responsable y administrador del acuerdo de cien puntos que firmaron PP y Ciudadanos para la formación de Gobierno. No es Igea. Él llegó a vicepresidente de la Junta porque lideraba un partido, pero ahora aguanta en el cargo porque Arrimadas y esa tríada no quieren líos. Y porque el vicepresidente no se ha salido de la vereda que marca el pacto y las líneas de actuación de Cs. Esa debilidad sobrevenida y no resuelta es, me temo, la que lleva a Igea a buscar apoyo, comprensión, amistad y amor en Mañueco. Los tres años de legislatura que quedan por delante pueden dar muchísimo de sí.
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