Aunque todo comenzará a identificarse por las referencias a. de C. y d. de C. (antes o después del coronavirus), la política de Castilla y León aporta una excepción, el caso del presidente de la Junta y del PP regional, Alfonso Fernández Mañueco. ... El coronavirus, lejos de marcar un antes y un después en su carrera, de haber influido lo hace para remarcar aún más este corolario: Mañueco ha recuperado en un año el terreno perdido en las urnas en mayo de 2019 (quedó por detrás del socialista Luis Tudanca) y no tiene rivales que le disputen su hegemonía en el centro derecha o que puedan poner en riesgo su preeminencia en una batalla electoral. En un año de gobierno de coalición PP-Ciudadanos, Mañueco se ha merendado a los naranjas de Francisco Igea y de Luis Fuentes; tiene al secretario regional, que no líder, del PSOE 'trabajando' para él, y pese a haber estado enfrente de Pablo Casado en las primarias –se alineó con Sáenz de Santamaría– desde la dirección nacional no encontrarían ahora en Castilla y León a un dirigente capaz de revolverle la 'pax romana' que implantó con su victoria sobre el ya casi desaparecido de la escena Antonio Silván.
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Coincidiendo con su primer año de Presidencia, Mañueco acaba de poner en marcha dos procesos: el primero, el entierro de lo poco que queda del herrerismo, la forma de hacer política de Juan Vicente Herrera; la no invitación a los líderes empresariales y sindicales a la firma del pacto de recuperación hace diez días es la mejor muestra de ello; el segundo, la reconquista del espacio municipal que el PP perdió en los últimos 8 años de Herrera y Mariano Rajoy. Llegarán pronto los congresos provinciales del PP, partido que solo tiene uno de los 9 alcaldes de capital, el de Salamanca, Carlos García, y sin mayoría absoluta. Ávila (qué pésima fue la gestión de Antolín Sanz en el PP provincial) y Palencia (qué regalo el del bastón de mando hizo la popular Ángeles Armisén a Ciudadanos) no tienen alcaldes socialistas, pero tampoco los que hay son del PP; Zamora está en manos de IU y Burgos, León, Segovia, Soria y Valladolid tienen regidores del PSOE. Valladolid es el escenario al que Mañueco ha trasladado la batalla política en Castilla y León ante Óscar Puente. Un partido puede ganar muchas capitales, pero si pierde Valladolid...
Así las cosas, al debate de política general que se celebrará esta semana en las Cortes, Mañueco se presenta con 12 consejeros: los 10 de su gobierno y otros dos que se han aliado con él, reafirman su poder y le ayudan a reequilibrar la descompensación política de su gabinete.
Por partes. Un año después de llegar a la Junta, la fotografía que arroja el Consejo de Gobierno queda así. En primer término, en solitario, Mañueco. Después, una franja vacía, que resalta aún más su preeminencia en el centro derecha. A continuación, destacan los consejeros de la Presidencia, el popular Ángel Ibáñez (auténtico capataz de la sala de máquinas de la Junta), y el de Cultura, cuota Ciudadanos, Javier Ortega (que aporta la imprimación culta a un gabinete políticamente mediocre). De nuevo otra franja vacía, que resalta a estos dos consejeros. Sigue un espacio en el que se asientan dos consejeros políticamente ausentes: el de Economía y Hacienda, Carlos Fernández Carriedo, y el de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez Quiñones (se parecen a los jugadores que saltan al campo pero no tocan balón). Les sigue Verónica Casado, que ha recuperado prestigio por su acertada gestión de la crisis sanitaria, pero a la que persigue el plan de Ciudadanos de vaciar de personal sanitario los consultorios médicos de los pueblos pequeños. Después está el vicepresidente y consejero de casi todo lo de Ciudadanos, Francisco Igea, que se jugó a una carta su prestigio político y lo ha quemado en un año; tanto que no le importó abrasar a su fichaje estrella Germán Barrios, exconsejero de Empleo (a su sustituta, Ana Carlota Amigo, hay que esperar meses para valorarla). Y en el furgón de cola están, por este orden, la consejera de Familia, Isabel Blanco, y la de Educación, Rocío Lucas, con su enconada batalla por hacer la pelota al presidente, pero que suspenden en iniciativa y acción política; y el consejero de Agricultura, Jesús Julio Carnero, que, además de pelear con estas dos por llevar el botijo a Mañueco, ha devuelto al sector agrario una boina que sus antecesores, de Fernando Zamácola a Milagros Marcos, pasando por Isaías García Monge, José Valín y Silvia Clemente, lograron quitar para dar al sector imagen de modernidad.
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El undécimo consejero de Mañueco es el socialista Tudanca. Ni oposición le hace; ¡eso sí que es un regalo político!
Y el duodécimo es el telediario de las 20:30 de Televisión Castilla yLeón; ahí sí que 'cantan' bien, con cara feliz y a golpe de dulzaina, las 'excelencias' de la gestión presidencial.
Llegar a la Junta con 10 consejeros y al año parecer que dispone de 12 tiene su mérito.
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