En manos de la Divina Providencia
El espigón de Recoletos ·
Médicos y enfermeras están demostrando más valentía, generosidad y sentido común que toda nuestra clase política juntaSecciones
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El espigón de Recoletos ·
Médicos y enfermeras están demostrando más valentía, generosidad y sentido común que toda nuestra clase política juntaLa teología confía en última instancia en la intervención divina para acudir en auxilio de los hombres. Y a España ha llegado un enemigo invisible, mortal y de origen incierto que ha pillado al Ejecutivo con el pie cambiado, los bares abiertos y las ... manifestaciones multitudinarias, y que ha empezado a pedir socorro tarde. De manera que el virus de Wuhan ha pasado a ser un maldito más mediático e interesante que la gripe. El 'catarro' chino en nuestro país ha pasado de ser género chico a saga épica mundial en tan solo una semana, a diferencia de Rusia, que hace muchos días tomó medidas y sus contagiados no superan la treintena en todo el país.
Nosotros las cosas las hacemos a lo grande, como los italianos. Salvo en profesionales de la medicina –médicos y enfermeras–, que están demostrando más valentía, generosidad y sentido común que toda nuestra clase política junta, que se dedica a viajar a Milán en plena pandemia y a repartir coronavirus entre sus seguidores, como Ortega Smith, o a repartir besos, toses y abrazos entre colegas, en la manifestación del 8 de marzo, tal es el caso de Irene Montero, cuando el Ejecutivo disponía de un informe sanitario que recomendaba anular toda manifestación popular por el riesgo de transmisión.
La mayor parte de especies morbosas pueden, en circunstancias determinadas, convertirse en epidémicas. Así el hombre (y la mujer) se ha enfrentado a través de los siglos a epidemias de sífilis, tuberculosis, neumonías o parálisis de todo tipo. Los hados rondan a los mortales. Las plagas conllevan además una connotación de calamidad grande que aflige a toda una sociedad y que abarca el hambre y la guerra, y que dan mucho juego metafórico. Desde las diez plagas bíblicas de Egipto a La máscara de la muerte roja (1842) de Edgar Allan Poe, pasando por el delicioso Decamerón (1353) de Boccaccio
Siempre se ha dicho que cuando realmente empieza una tragedia o un apocalipsis, llega la hora de prepararse para el momento final. Aunque esta vez no será de esas: terminará en miles de infectados que superarán la enfermedad y en otros mártires mortales de esta pandemia que empezó siendo para muchos cosa de risa y ha acabado siendo asunto de emergencia nacional. Todo contratiempo conlleva una oportunidad, y en esta 'Florencia' del siglo XXI tomada por las miasmas fatídicas algunos gustosamente seguiremos leyendo e investigando. El resto, lo confiamos a nuestros esforzados facultativos… y a la Divina Providencia.
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