Como escribí hace unos días, el Cerro de San Cristóbal es la prueba evidente de que la Tierra no es plana, por mucho que algunos iluminados opinen lo contrario. El lugar, al que habré subido un par de veces en toda mi vida, albergó ... durante más de medio siglo un horroroso monumento dedicado a Onésimo Redondo, inaugurado por Franco y su guardia mora. Recuerdo que no era un mal sitio para contemplar Valladolid desde las alturas, aunque se divisa igual de bien subiendo a la última planta del Clínico o bajando de Fuensaldaña. Pero la noticia es que el espacio (no la escultura, que tenía más mierda que el palo de un gallinero y fue desmontada hace pocos años) va a ser recuperado por el Ayuntamiento para disfrute general.
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Siendo sincero, este proyecto me desconcierta un poco y, aunque ignoro el coste que tendrá para las arcas municipales, espero que acabe siendo algo más acogedor que aquel mamotreto de yugos, flechas, camisas azules y muretes escoltados por unas antenas de radio que me parece que siguen allí. A quienes se han propuesto hacer de aquel páramo un lugar accesible dando pedales o endureciendo las canillas, les deseo mucha suerte porque para algunos sigue siendo un poco maldito, a la misma altura y con menos gracia que la Fuente del Sol o el Barrio Girón. En fin, suerte con el proyecto y, por favor, no gasten mucho de lo nuestro, que tiene que haber cosas más importantes…
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