Lo menos malo

Es evidente que somos fiesteros y también que las monjas son más de participar en la fiesta de la democracia que en la verbena de un pueblo; que las urnas –colocadas como Dios manda, claro– no son pecado y el baile, sobre todo agarrado, es una perdición. Igualmente es una evidencia que en esta fiesta hace tiempo que se terminó la bebida de importación y el jamón ibérico y entre lo que queda por las mesas nos vemos obligados a elegir lo menos malo. La monja de la sonrisa nada inocente y sus hermanas rezaban por esto.

Además de escoger lo menos malo, premisa que habrán adoptado muchos votantes, en Segovia ha existido otra: que seguimos montados en el carro del cambio desde hace seis meses cuando pasamos del 2-1 clásico, con populares y socialistas, al 1-1-1, pero en esta ocasión con un matiz, que el tercer y disputado escaño va a Vox para lamento de Ciudadanos.

No sé si será lo menos malo, pero a la moda estamos. Ya no se lleva el naranja y la tibieza de su zumo, sino el color verde –más de uniforme, que de ecologista– de aguerrido soldado. En Segovia, también para disgusto de la número dos de la lista popular, Beatriz Escudero, que ya no podrá encararse con Rufián. Tal vez lo haga el debutante diputado de Vox, aunque me temo que tendrá por encima a oficiales curtidos en mil batallas y que querrán hacer ese papel de justicieros.

Las oraciones están muy bien, pero mire, hermana: creo que tendrían que haber afinado más su rezo para que hubiera ganado el menos malo, de acuerdo, pero en desbloqueos. Quizá para la próxima.