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Pintadas en una estatua dedicada a Colón. Efe
La maldición de las estatuas

La maldición de las estatuas

La escultura de Juan de Oñate en Alburquerque se sumó esta semana a la lista creciente de las que están siendo derribadas por la ira anacrónica de quienes se empeñan en sepultar la historia bajo la furia ignorante de los mentecatos

Agustín Remesal

Valladolid

Domingo, 21 de junio 2020, 10:39

Dos torres de adobe mochas y el campanario de la iglesia rodeada de casas rojas, alzan hasta las nubes el perfil de Ácoma avistado en la lejanía de la llanura inmensa. Una montaña informe de gigantescas astillas pétreas y gargantas profundas sostiene la meseta de ... la ciudad más antigua de los Estados Unidos de América. Allí me lo hizo saber hace veinte años Ernest Vado, un líder de las tribus amerindias que pueblan el vasto desierto de Nuevo México, seiscientos kilómetros vacíos al norte de la frontera mexicana de El Paso-Ciudad Juárez. Hace más de dos mil años se construyeron las primeras casas de barro en la cresta calcárea de estos acantilados, sostiene Vado con la emoción y el orgullo de un pueblo que viene de lejos, dato que él certifica con los hallazgos en excavaciones recientes promovidas por él: No habían colocado los españoles la primera piedra en San Agustín de la Florida –avisa con la voz arrogante de un pasado remoto– y ya se reconstruían en Ácoma las paredes que los conquistadores cristianos habían derruido aquí a finales del siglo XVI. Por aquí entraron y luego nos mataron.

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