Machado y el alma de Castilla
EL ESPIGÓN DE RECOLETOS ·
«Greenpeace ha criticado los planes del Gobierno y algunos pueblos, como el vizcaíno Bermeo, reciben ya el agua por barco porque sus ríos se han secado»EL ESPIGÓN DE RECOLETOS ·
«Greenpeace ha criticado los planes del Gobierno y algunos pueblos, como el vizcaíno Bermeo, reciben ya el agua por barco porque sus ríos se han secado»Después de la fogata nacional, España se seca: nuestras reservas de agua han caído al 40%, el menor desde la gran sequía de 1995, con lo que nos hemos instalado oficialmente en la sequía –que el Régimen calificó de «pertinaz» en plena posguerra–. La cuenca ... del Duero ha entrado en un escenario de emergencia y la ministra de la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha dicho desde ese ministerio misterioso por el cual un país «transiciona» ecológicamente, que todos tranquilos, que el agua no se va a acabar, porque la nueva ciencia de la concienciación verde es cada vez más evidente, no solo por sus fructíferas aportaciones técnicas, que constata fehacientemente cómo arde y se agosta el país a la vez, sino por las abrumadoras aportaciones de la secretaría de Estado de Energía, la de Medio Ambiente, la del Reto Demográfico, la subsecretaría de todas ellas, la Oficina de Cambio Climático y hasta una Dirección General del Agua (que escasea), y otra de Biodiversidad, Bosques y Desertificación, especializada –a lo que se ve y con gran éxito– en esta última. Cientos de diligentes funcionarios y asesores se desvelan en ferragosto para que no estemos donde estamos: Greenpeace ha criticado los planes del Gobierno y algunos pueblos, como el vizcaíno Bermeo, reciben ya el agua por barco porque sus ríos se han secado (hasta dos millones de litros de agua al día).
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En 'Campos de Castilla' (1912), Antonio Machado divide sus personajes en dos categorías: los descendientes de la raza de Abel y los de la raza de Caín, españoles de «aquella España que pasó y no ha sido» por la que transitan «lechuzos y tahúres y logreros», responsables de la devastación de los campos, la destrucción de los encinares, amparados en un «tiempo de mentira, de infamia». También Machado versifica la degradación del paisaje, la ruina de la historia por «la mala gente que camina / y va apestando la tierra». El vate sevillano empezó por advertir que España sería siempre una cosa más de encontronazo entre «las buenas gentes que viven, / laboran pasan y sueñan…» poblando los páramos de asceta y los locos y criminales hispanos, más que de sentido común. Caín mató a Abel en la tierra de Alvargonzález.
Así que no la cosa, sino la sensación de la cosa, que diría Mallarmé, es en la que andan este y todos los gobiernos, contando el cuento con toda la prosa del siglo XXI para que el españolito –que se chamusca, que se deshidrata– le siga comprando estos y otros panfletos, como si la sequía y la escasez de recursos hídricos fuesen caluroso espejismo. Como si la inflación no se hubiese comido la subida de los salarios pactados en convenio. Como si no gobernara nadie, vamos, que están clavando la sombrilla en la playa. Y, después de agosto, lo que ustedes quieran.
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