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El haber tenido el privilegio de participar en el debate constitucional, como Diputado constituyente me permite percibir que el Estado de las Autonomías fue diseñado para dar respuesta a un importante problema histórico de nuestro país. La reflexión cercana es que nuestra tierra, Castilla y ... León, no podía quedarse a un lado, como en tantas ocasiones en la historia de España. Es más, estaba convencido de que su aportación debería convertirse en referente de respeto y equilibrio entre los legítimos intereses de otras regiones o nacionalidades. Pues si alguna de las comunidades podría presentar títulos de «histórica», esta era y es Castilla y León.
Fue esta una de las razones que me ayudaron a comprometerme en la construcción moderna de Castilla y León; además de lo novedoso y un tanto revolucionario y progresista del objetivo, porque, desde luego, conllevaba una beneficiosa distribución del poder político del Estado. Pensé, y pienso, que las responsabilidades de gobierno son tan repartidas y trasversales, que gracias a ello será imposible una nueva confrontación entre los españoles, ni una dictadura. Es decir, el Estado de las Autonomías, contribuye a mantener la paz. Y en el caso de Castilla y León, a recuperar la memoria histórica. En el plano teórico e incluso reivindicativo, se podrá aceptar cualquier propuesta política, que no afecte a la unidad de España.
Para estas tareas y desde el principio había aceptado y entendido mi trabajo como una actuación política y no de mero gestor. Por eso cuando dimití como Diputado para presentarme como candidato a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, con el riesgo de no salir elegido, había interiorizado que el esfuerzo merecía la pena, pues suponía contribuir a que nuestra comunidad avanzara posiciones y se recuperara ante un retraso y ensimismamiento histórico. Entendiendo que las capacidades y competencias de autogobierno, cuando se administran desde la convicción y la entrega sin reservas, adquieren una carácter potencialmente político si se canalizan para beneficio del común.
En definitiva, construimos una estructura descentralizada del poder político que representaba un cambio importantísimo en la tradición secular del centralismo español. El arranque de nuestra región convertida en comunidad autónoma fue un acontecimiento histórico y vivo. También controvertido, donde crecieron y se desarrollaron ambiciones; pero también se fomentaron mayores capacidades y responsabilidades que con el trascurso del tiempo se han mejorado en el conjunto de la sociedad castellana y leonesa.
Esta sucinta explicación tiene como objetivo introducir algunas reflexiones a propósito de las elecciones y sus resultados en nuestra comunidad. Como es conocido, y después de varios comicios, los resultados electorales, es decir la voluntad de los castellanos y leoneses, dieron una mayoría, que sin ser absoluta, expresaban con claridad que los votantes deseaban que los socialistas, después de 36 años volvieran a gobernar, dando la oportunidad a un nuevo impulso progresista, recuperando la ilusión perdida y la ambición mortecina en la que se ha convertido nuestra comunidad.
Para cumplir estos objetivos el Partido Socialista de Castilla y León había presentado en todas las circunscripciones (las provincias) personas, hombres y mujeres muy preparadas y experimentadas en diversas responsabilidades políticas y, sobre todo, ilusionadas por contribuir a mejorar la vida de los castellanos y leoneses.
Al frente de todos ellos y liderando los equipos ha estado Luis Tudanca, que siendo el Secretario General del PSOE de Castilla y León ha trabajado sin limitaciones en la última legislatura como jefe de la oposición leal, ofreciendo alternativas constructivas en todos y cada uno de los departamentos y consejerías.
Luis Tudanca ha tenido un itinerario político que lo ha preparado para liderar un proyecto ambicioso e ilusionante para Castilla y León. Tras su paso por el Congreso de los Diputados –que por cierto él también dimitió–, y después de conocer el funcionamiento de las instituciones locales y estatales, ha liderado la oposición brillantemente, cuyo fruto han sido los resultados electorales. Lo cierto es que ha sido el candidato con mejores condiciones para presidir la Junta de Castilla y León.
Así lo entendieron la mayoría de los ciudadanos. No así los pactos, legítimos, pero de conveniencia que han bloqueado, una vez más, el nuevo impulso para nuestra comunidad.
Como demócrata deseo fervientemente que los nuevos responsables acierten en las políticas que necesitan los ciudadanos, sobre todo aquellos más necesitados, como son los jóvenes. Pero también con el mismo interés, deseo que los socialistas recuperen y redoblen la ilusión, ya que tienen por delante una tarea de mucha responsabilidad, desde la oposición. Ahora, más que en tiempos pasados el Partido Socialista de Castilla y León tiene un responsable político, y la sociedad castellano y leonesa un líder en la persona de Luis Tudanca.
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