![Falsos patriotas](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2025/02/14/1492446474-k0P-U230864481938GPI-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Hace una semana que se celebraba en nuestro país la astracanada alternativa al Benidorm Fest, en forma de «fachipanda» madrileña con Abascal de maestro de ceremonias. ... No eran los mejores momentos para celebrar nada. Y es que –en esos días– acababa de dimitir de sus cargos en el partido García Gallardo, quien a fuer de sincero no ocultó, al marcharse, su enfado y desacuerdo con la deriva que está tomando Vox; o –más exactamente– la cúpula de esta formación (y, sobre todo, su «dirección paralela»).
La salida de Gallardo de sus responsabilidades en la formación ultraderechista no debe ser pasada por alto, pues viene a corroborar el fiasco de lo que su partido anunció como primera experiencia «piloto» de gobierno, ya que el de Vox se convertía, tras las anteriores elecciones autonómicas de Castilla y León, en vicepresidente de la Junta. Pero los de Abascal se han caracterizado, hasta ahora, no por gobernar ni hacer política, sino por ejercer lo contrario: la contrapolítica. Y causar, por todas partes, el mayor número posible de problemas al PP en cuanto socios de gobierno.
También por seguir al pie de la letra consignas internacionalistas, que desde esa clave habría que descifrar –más que probablemente– la dimisión de Gallardo y otros correligionarios de sus puestos en los gobiernos autonómicos, bien que casi siempre (y por lo que se ve) a su pesar. Y de eso parece que iba la reunión mantenida por ultras de Europa en Madrid, de una expresión del poderío que –aparentemente– van alcanzando, así como de la complicidad entre sus líderes. Al grito, claro está, de: «¡Trumpistas del mundo uníos!».
Pero ni siquiera son ellos los aliados europeos preferidos de Trump, sino Meloni y su grupo, ni evitan funcionar como una franquicia menor de la multinacional que aquél ha establecido en su «yanquilandia» particular: la de un imperio comandado por trileros y abusones que tiene a Europa como uno de sus objetivos y rivales comerciales a batir. Porque no pueden soportar el éxito que supone la Unión Europea y el peligroso ejemplo de su modelo económico, político y social, al demostrar que –más allá de las dificultades que ello presenta– se puede hacer compatible el vivir con un alto nivel de vida y respetar una serie de derechos fundamentales.
Por lo que estos pretendidos y falsos patriotas se constituyen en una especie de «quinta columna» o «traidores infiltrados» que facilitan la estrategia de quienes quieren terminar con la UE y no ayudarla. Puesto que lo que está sucediendo indicaría que, al menos mientras gobiernen Trump y su caterva de billonarios, los EE.UU. han dejado de ser para Europa un aliado fiable. Lo vimos también cuando, es de suponer que bajo supervisión del «gran amigo americano», fuentes acreditadas del gobierno israelí amagaron con enviar gazatíes «como supuesto castigo» a los países que habían «osado» reconocer el derecho de los palestinos a constituirse en Estado (lo cual la ONU hace tiempo que refrendó). Y España se encontraba entre ellos. Ya que el delirante plan de Trump acerca de una hipotética «turisficación» de Gaza parece tan ridículo como obscenamente macabro. Mas, sin embargo, como todo lo que él propone, no debería tomarse a broma: cualquiera de sus ocurrencias oculta el perverso propósito de imponer un abracadabrante orden mundial.
¿Qué se creen quienes, alabando a Putin y reverenciando a Trump, se afanan ahora en sabotear a la Unión Europea desde dentro? ¿Qué sus «paisitos» irrelevantes van a obtener en sus relaciones bilaterales mayor respeto y mejor trato que el propiciado desde la UE? Están locos, o son muy ignorantes –o decididamente malvados– si se piensan que tienen algo que hacer frente a los grandes bloques que pugnan por repartirse el mundo. Y eso es lo que intentan los USA, Rusia, China, e incluso los otros llamados BRICS (países de economías emergentes entre los que, por necedad o mala intención, Trump situaba precisamente a España). Hasta hoy, tal guerra soterrada es principalmente comercial, aunque nada nos asegura que, en el futuro, no vaya a transformarse en una batalla geopolítica que se libre a nivel planetario y nos involucre a todos.
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