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El laberinto en que se encuentra actualmente la derecha española no es muy diferente de la encrucijada donde, entre confusa y desorientada, se halla la propia Europa. Es, en todo caso, una disyuntiva que nos afecta e importa al común, porque lo que ocurra en ... los países que componen la UE respecto a temas como los de la inmigración y el auge de los populismos nacionalistas determinará el futuro de los europeos en los próximos años.
Terminado –o agonizante– el periodo de las mayorías absolutas, una primera opción de la derecha representada por el PP es prescindir del extremismo ultra, buscando ensanchar el panorama de alianzas en el espectro del centro político: ello conduciría a que se volviera a entender con partidos nacionalistas conservadores como el PNV o Junts, vía que –más allá de aspavientos retóricos– no ha dejado de explorar (según vamos sabiendo) en todo este tiempo reciente.
La segunda opción está constituida por quienes –desde dentro del PP– proponen una estrategia opuesta. En vez de orillar los supuestos, declaraciones y modos de un partido como VOX, asumirlos y reemplazarlos en el imaginario de los potenciales votantes. Es decir, volver innecesaria la adhesión a las fuerzas más a la derecha del PP y –por así decirlo– tragárselas o devorarlas, electoralmente hablando, como ya hiciera Aznar en el pasado.
Hay otras posibilidades, como intentar la ampliación del espacio de centro sin recurrir a otros aliados, según hizo Moreno Bonilla en Andalucía, Feijóo en la última ocasión que se presentó a la presidencia de la Xunta y Rueda en los comicios que acaban de celebrarse; pero eso el PP de hoy no lo tiene tan fácil en un horizonte nacional, ya que sólo se daría tal escenario favorable cuando el PSOE se desmoronase tras la derrota o salida de Sánchez. Este último modelo estaría encarnado por cualquiera de los enumerados más arriba, mientras que el segundo correspondería al talante y argumentario de alguien como Isabel Díaz Ayuso.
Queda, dirán algunos, perfeccionar y desarrollar los pactos PP-Vox, pero no parece que esta senda resulte cómoda ni deseable tanto para «azules» como «verdes», que –sin disimulos– van poniendo sobre la mesa sus cartas y dejando bien patente que son encarnizados rivales en alzarse con la posición dominante dentro de la derecha. La realidad política de una Comunidad Autónoma como la de Castilla y León constata que su armonía e identificación en una serie de aspectos es complicada y hasta imposible.
Cuesta, por otro lado, imaginar que el «modelo Ayuso» de aparentar ser más derechista que el mismo ultranacionalismo pueda resultar lo suficientemente exitoso en la totalidad del país como para conseguir una mayoría que permita gobernar al PP. Pero lo que, desde luego, no va a funcionar, y así lo demuestra la cosecha electoral de las últimas generales, es jugar a intercambiar un modelo y otro. De manera que no sepa el votante si este PP quiere volver a ser el partido liberal, de centroderecha o, en cierta medida, socialdemócrata que –una vez– fue; si aspira a gobernar con Vox o –en el fondo– no; si se aliará o no con unos independentistas a los que, desde las posiciones más ultraconservadoras, se pinta –a menudo– como sectas casi diabólicas que nada más persiguen la destrucción de España… No obstante –y como ha venido a revelarse en las votaciones de Galicia– Feijóo acierta al rectificar; porque, allí, quedó bastante claro que (para bien o mal) se trataba de votar al «PP de toda la vida». Entretanto, el PSOE naufragaba estrepitosamente en su desesperado ensayo de sacar ganancia en el revuelto río de las plurinacionalidades.
Una ingeniosa parodia sobre el PP utilizada por la propaganda del BNG en las recientes elecciones ponía de manifiesto estas paradojas y contradicciones de la derecha. Y, aunque el spot fuera divertido –pero no diera demasiado resultado cara a las urnas–, hay que tomarse en serio lo que la derecha haga o deje de hacer en nuestra nación; pues deberá gobernar un día y tiene que encontrar la forma democrática de hacerlo en condiciones de que sea para el conjunto de los ciudadanos y procurando la mejora o bienestar de todos.
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