El pasado miércoles, mientras hablaba por teléfono a través de los auriculares inalámbricos, ese maravilloso invento que te permite seguir escribiendo mientras aguantas la chaqueta de algún pesado, o simplemente ir escuchando a tu madre mientras recorres el camino hacia casa sin tener que ir ... con la mano pegada al teléfono, entré en la discoteca de la emisora y me encontré una joya por la que mi amigo Ramón Toral pagaría una gran parte de sus ahorros. El auténtico disco de los Nikis: 'La hormigonera asesina'.
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Yo nunca he sido muy fan de los Nikis y reconozco que las canciones que conozco son gracias a su afición desmedida por el grupo madrileño. Nunca lo he sabido con certeza, pero estoy convencido de que Ramón guarda en casa todos los discos publicados por este grupo y además por duplicado.
Pues bien, la canción que da título al tercer álbum, la famosa 'Hormigonera asesina', nos cuenta cómo en una obra la hormigonera aprovecha la hora del bocadillo de los albañiles para engullir a los más despistados, hacerles picadillo y pasar a formar parte del hormigón de un edificio.
Por distintos motivos que algún día les contaré, un verano decidí probar fortuna en la obra de un pueblo a las afueras de León, concretamente Villarrodrigo de las Regueras. Y allí, durante los dos meses que estuve, siempre mantuve cierta distancia de seguridad con la hormigonera, por supuesto evitando cualquier tarea relacionada con ella. Tal fue el respeto que me generó, que un día por un despiste nos fuimos a comer sin vaciarla, la dejamos al sol cargada hasta arriba de cemento blanco. Imagínense la que se formó, bronca monumental del capataz porque aquello se secó y prácticamente quedó inutilizada. Estaba convencido de que ella a posteriori se vengaría, pero para cuando lo hiciese yo ya estaría de vuelta en la Facultad.
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El Ministerio de Igualdad, a través de su secretaria de estado Ángela Rodríguez, informa de la creación de una aplicación que contabilizará las tareas del hogar que realizan los distintos miembros de la familia para conocer cuántas horas de trabajo doméstico llevan a cabo las mujeres y cuántas los hombres. Solo ha faltado añadir la idea de que en función de quién sea el que use la lavadora se le premiará o castigará con una descarga eléctrica según el número de veces que se cargue.
Estas ideas tan peregrinas siempre me generan la duda de si finalmente servirán para el fin que dicen tener. Todos sabemos las diferencias que hay, evidentemente en unos sitios mucho más que en otros, y no hay que ser un fuera de serie para reconocer que las mamás trabajan mucho más en casa que los papás.
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Pero estos proyectos, por llamarlos de alguna manera, únicamente van a conseguir el efecto contrario, que no es otro que ver la lavadora como una bestia asesina que está esperándote a que abras la puerta con la ropa de color para absorberte y enviarte al desagüe. O que la escoba tenga super poderes y cada vez que la cojas te suelte una descarga que te transforme, como cuando el Fumi de Morata, genialmente interpretado por el grandísimo José Mota, le acercaron una pala para currar y casi la palma.
Que la corresponsabilidad familiar es necesaria, ya casi nadie lo duda, pero esto como siempre son buenas intenciones que acaban en malas ideas que no sirven para nada.
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