Estudio de RTPA, en imagen de archivo. J.C. Tuero
Abriendo el compás

Estación de radio

La radio en nuestro país está celebrando cien años de su primera emisión, aunque fue en 1906 cuando los radiotelegrafistas que navegaban por el océano Atlántico escucharon una voz que les hablaba por los auriculares

Sábado, 8 de febrero 2025, 08:38

Hace unos días contactaron conmigo desde una conocida compañía de seguridad para venderme una magnífica alarma que ahuyentaría a los ladrones cuando no estuviésemos en casa.

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Rápidamente me vino a la memoria el desparecido Ángel Suárez Suárez, profesor e impulsor de la escuela de adultos ... Faustina Álvarez de León.

Don Ángel, quien vivía a cincuenta metros de la emisora, todos los inicios de curso se solía acercar para realizar la tradicional entrevista de captación de alumnos, y allí siempre nos recordaba que él no apagaba la radio nunca. Incluso cuando salía de casa la dejaba puesta para frenar a los posibles ladrones.

La radio en nuestro país está celebrando cien años de su primera emisión, aunque fue en 1906 cuando los radiotelegrafistas de los barcos que navegaban por el océano Atlántico, frente a las costas de Estados Unidos, escucharon una voz que les hablaba por los auriculares…

Desde el 14 de noviembre de 1924 momento en el que se realizó la primera emisión desde la llamada EAJ 1 Radio Barcelona, considerada la primera emisora con licencia en nuestro país, no ha parado de sonar y no ha dejado de escucharse.

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Como todo lo nuevo, tuvo sus zancadillas y sus detractores, seguramente ya de aquella veían su ilimitado potencial y su inmensa influencia.

Esos mismos tristes y agoreros que aparecieron más tarde y nos daban por muertos con la llegada de la televisión primero y después cuando ésta empezó a emitir los magazines matinales. También pronosticaron nuestro final con la llegada del mundo digital y demás, pero ya lo ven, aquí seguimos.

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Mi abuelo, que era cortador, un perfecto ingeniero de la confección, siempre cosía junto con mi abuela con la radio de fondo.

También mi abuela Honorina decía que la radio era su mejor compañera y nunca faltaban pilas en casa por si el transistor Sony se apagaba.

Mi vida siempre ha girado en torno a ella, pero no solo en lo profesional, sino también en lo personal, porque la radio te marca el ritmo de la vida, las horas, los minutos incluso los días.

Cuando me levanto soy perfectamente consciente que, si no quiero perder el tren, tengo que salir de la ducha justo cuando Alsina finaliza la entradilla de las siete, me tengo que afeitar cuando empieza la primera columna de opinión de Marta García Aller y tengo que ponerme a andar hacia la estación en el momento justo en que Raúl Rodríguez nos da los buenos días, porque de lo contrario, no llego.

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Porque ni Alsina, ni Marta ni Raúl se retrasan. Y si eso no me cuadra el problema lo tengo yo porque ellos siempre respetan los tiempos de manera escrupulosa. Y así todo el día, Dimas sale del colegio justo cuando Juan Soto Ivars acaba con Cantizano y a Telmo le bañamos justo cuando Rafa Latorre mete la sintonía de Garamendi en la tertulia política.

El próximo jueves se celebrará el día de la radio y las cinco emisoras convencionales de Valladolid realizarán la misma programación de manera simultánea desde el Ayuntamiento. Una gran iniciativa para un gran día. En el transcurso de la emisión se reconocerá la trayectoria del locutor Vicente Ballester (Onda Cero) y del técnico Luis Arias (Radio Valladolid), con el primer Premio Día de la Radio Ciudad de Valladolid a título póstumo.

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Y quién sabe, quizá sea un buen momento para poner el nombre a una calle, avenida o incluso una plaza. Porque no me digan que no suena bien eso de: «nos vemos en la calle de la radio».

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