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Charlaba hace unos días con mi madre sobre el momento en el que finalizó sus estudios de bachiller y se tuvo que enfrentar al dilema de decidir qué debía estudiar para en teoría, tener un buen porvenir.
Les estoy hablando de principios de los años ... setenta, en León y siendo mujer que como ya se imaginarán pocas opciones había. Y aunque a García-Gallardo le cueste entenderlo todos sabemos ya, que antes había carreras etiquetadas para mujeres y carreras solo para hombres.
En 1970 para una familia normal suponía un esfuerzo muy importante que un hijo fuera universitario, evidentemente estudiando en casa. Lo de irse fuera a vivir aventuras, como algunos hoy día te cuentan, no entraba en los planes de casi nadie.
Por tanto, las opciones que había encima de la mesa eran dos: Enfermería o Magisterio. ¡Y dando gracias!
Mi madre decidió hacer Enfermería y como su padre era sastre y muy buen sastre, fueron a ver a un cliente al que le cosía habitualmente, un peculiar médico de cabecera, como se decía antes, para comentarle la decisión.
Entrevistándose con él, a mi madre le preguntaron cuál era el motivo fundamental para escoger esa carrera. Y lo cierto es que no había ninguna razón fundamental, mi madre se había decantado por Enfermería porque sus amigas la habían escogido también.
Paradojas de la vida, el corte era más alto para la escuela de Magisterio que para la de Enfermería. Igualito que hoy.
Sin vocación específica para ninguna de las dos carreras o con la misma vocación para ambas, lo mismo me da, finalmente se decidió por Magisterio. Algo había que hacer.
Les diré que aún hoy, me quedo boquiabierto frente a aquellos que siguen cuestionando que ciudades como León o Burgos pidan la Facultad de Medicina. ¡Ojo! que yo viví en Andalucía varios años, la comunidad autónoma más poblada y todas las universidades tenían facultad de Medicina.
La concesión de la titulación de Medicina para una ciudad como León ha sido un balón de oxígeno mucho más importante de lo que a priori se pueden imaginar. Ilusión y alegría y quizá algo de escepticismo por pensar que en el 2026 aquello pueda empezar a funcionar con casi cien alumnos.
Pero no nos vengamos muy arriba porque esta Facultad no nos va a solucionar todos los problemas ni traerá la prosperidad pasado mañana. Pero estoy seguro de que vendrán proyectos que se podrían haber perdido por Galicia, quizá alguna facultad privada de algo que ya hay, u otros grados de la rama sociosanitaria.
León y Burgos tendrán Medicina, Salamanca Veterinaria y Valladolid Farmacia, entre otras. Y todo ello, fruto del consenso. Que no es otra cosa que el saber escuchar, el respeto y la participación de todo el mundo con el único objetivo de encontrar una solución en la que todas las partes se sientan satisfechas. Algo por lo que nos deberíamos sentir orgullosos, y que muestra el camino de cómo deberían ser las cosas, en conflictos como la integración del llamado tren de Matallana en León, una de las mayores vergüenzas de los últimos tiempos, o el famoso soterramiento de Valladolid, en el que no hay, ni habrá diálogo, aunque la obra la done alguien y traiga la excavadora tuneladora de 'Ocean's Thirteen', la misma que había sido utilizada para perforar el Canal de la Mancha.
Porque al final de lo que hablamos es del consenso, el entendimiento, y el diálogo para llegar a acuerdos, acuerdos que sirven para mejorar la vida del personal, que se les olvida que es su obligación, que nos lo deben y que para eso están. Y no para pulsos de poder.
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