La comunidad internacional se repone del sobresalto de ver caer una dictadura que parecía eterna y emprende el camino de Damasco. El líder de facto en la nueva Siria, Ahmed al-Shara, empeñado en mostrarse abierto incluso en su indumentaria ahora occidentalizada, dispensa atención preferente ... a su gran valedor, Turquía, que, como Arabia Saudí y Catar, llega con una agenda de proyectos de infraestructuras e intercambios comerciales. El Gobierno interino aspira a que el progresivo levantamiento de las sanciones dé paso a una reconstrucción en la que ha de encontrar su lugar la Unión Europea. Y dentro de ella, España, que acaba de designar a un enviado especial. Transmite una señal alentadora el acuerdo anunciado el martes entre Al-Shara y los jefes de antiguas facciones insurgentes para integrarlas en el ejército del país, pero se ve ensombrecido por la tensión en el noreste entre los rebeldes apoyados por Ankara y los kurdos a los que respalda Estados Unidos. De Washington, que tolera la progresiva apropiación de territorio sirio por Israel, se espera algo más que la anulación de la recompensa que pesaba sobre el dirigente que expulsó a Bashar al Assad.
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