Luces de la ciudad
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«Mejor iluminar Troya con luces de Navidad que con automóviles o contenedores ardiendo»La Navidad ha llegado a Valladolid un mes justo antes de la Navidad. En un jueves víspera de viernes negro que, de repente, se volvió brillante, gracias a la iluminación festiva de las calles. Esquivando la factura de la luz y con la incógnita de ... hasta dónde nos salpicará este año, por tercera vez consecutiva, la nueva ola del coronavirus. Una ola que sube en la misma proporción que el precio del bogavante. Y en la contraria que el Ibex y la confianza empresarial.
De momento, lo que sí que parece que también sube, en Valladolid como en toda España, es el número de los vacunados no vacunados hasta la fecha. No se sabe si por convicción, si por solidaridad de cara a los inminentes besuqueos navideños o por el miedo a que a alguno no le dejen subir al autobús sin pasaporte sanitario. O por la molestia de tener que elegir, según el tribunal competente, la comunidad autónoma donde pasar el fin de año, dada la falta de política nacional al respecto.
Dijeron los expertos en cambio climático que en Valladolid ya no iba a volver a nevar hasta dentro de cien años. Cuando las ranas criaran pelo. Sin embargo, estamos celebrando el paso de la primera ola de frío con restos de nieve. Y con todas estas cosas hay quien asegura que, a pesar de las luces, en las calles, como en las pymes, se nota el malestar. Qué tontería. ¿No se estará mejor por la calle, bien abrigados y bajo las luces navideñas, que en casa, con la calefacción a medio gas y el árbol encendido media hora al día?
Para malestar, en todo caso, el de las calles de Cádiz, donde los compañeros del metal y los agentes de la ley han protagonizado unos días que han llegado a hacer pensar a los gaditanos si no estarían en Barcelona. El preludio de una reforma de la reforma laboral a la que los empresarios van como al matadero. O igual ni siquiera van. Temen que la vicepresidenta dé la orden, como hizo en Cádiz con la tanqueta tuneada, y allí nadie tenga nada más que decir.
¡Que arda Troya!, le espetó una de las manifestantes de la tacita de plata al agente de policía que le afeaba tanta destrucción de mobiliario urbano y propiedades particulares. Mejor iluminar Troya con luces de Navidad que con automóviles o contenedores ardiendo. Aunque hoy veremos qué arde y qué no arde en las calles de Madrid, con la manifestación de los propios policías y guardia civiles contra la reforma de la reforma de la ley de seguridad ciudadana. Una protesta a la que se suman los mossos d'esquadra, que ven cómo 'su' Generalitat se retira de la acusación particular en treinta casos de violencia contra los agentes. Menos mal que en Cádiz, como en Barcelona, la tensión se alivia con un poco más de dinero. O, en todo caso, de cuota de traducción al catalán (seis por ciento) de las series de Netflix.
Como acto previo a la manifestación policial de hoy, anoche se encendieron también en Madrid las luces navideñas. Un día después que en Valladolid y una semana más tarde que en Vigo. Consciente de que apretado y entre muchos, aunque sea con mascarilla, en la calle se puede sentir más calor que en casa, el que sí a va a estar en primera fila, observando si arde o si no arde Troya, será el líder de la oposición. El Gobierno le afea que, desde la calle, trate de apropiarse de las instituciones, empezando por los tribunales y acabando por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Habrá que esperar a ver qué tanqueta manda o deja de mandar la vicepresidenta. Hay que ver qué vueltas da la vida.
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