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Los hechos
La carta del director ·
«El presidente en funciones lanzó la moneda al aire, salió cruz y ahora tendrá que ser investido como sea, más aún después de haber sellado un acuerdo de principios con los podemistas en menos de 48 horas»Secciones
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La carta del director ·
«El presidente en funciones lanzó la moneda al aire, salió cruz y ahora tendrá que ser investido como sea, más aún después de haber sellado un acuerdo de principios con los podemistas en menos de 48 horas»El emperador romano Octavio Augusto se despidió de este mundo el 19 de agosto del año 14 d.C. pidiendo un aplauso. Fue cuando pronunció ... aquella famosa exclamación: «¡La comedia ha terminado!». Se conocen menos, sin embargo, otras palabras relacionadas con su propia sucesión –la cual acabó recayendo en el amargo y frío Tiberio– con las que también se habría expresado en el mismo lecho de muerte. «Lo que decimos, lo que queremos y lo que pensamos casi nunca coinciden con lo que finalmente hacemos». Parece que él nunca quiso ni evidenció ni pensó que Tiberio le tomara el testigo al frente del que, seguramente, ha sido el imperio más poderoso y próspero de cuantos ha creado ninguna sociedad humana. Pero como ha dicho el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, sobre el pacto del PSOE con Podemos de esta semana, «el mundo no es un paraíso, sino un lugar lleno de complejidades que uno no desea, pero tiene que aceptar». En realidad, la actualidad política española al completo podría resumirse en esa sabia frase de Augusto. Desde hace mucho, muy especialmente desde las últimas elecciones.
Entre dichos, deseos y pensamientos, los hechos –tan temibles como me apresuré a anticipar el domingo pasado en este mismo espacio– son que España eligió a sus diputados por segunda vez en un año y, en correspondencia por el dislate de la segunda repetición electoral, resolvió complicarlo todo bastante más. Los hechos son que casi desapareció Ciudadanos, síntoma de la polarización con que se desenvuelve el discurso político nacional. Son que Vox ya superó los 50 diputados. Ojo. Son que Pablo Casado y Teodoro García Egea necesitan unas vacaciones para, tras las andaluzas, las generales, las autonómicas y europeas y otra vez las generales, disponer de algo de tiempo para rearmar el PP a escala territorial. Los hechos son que el PSOE se ha quedado enredado en sus contradicciones –algunas de las cuales ya han supurado en la piel de sus históricos, como Ibarra, que abandonará el partido si cristaliza la alianza con el partido de extrema izquierda– y en los experimentos demoscópicos, con tres escaños menos que abril y vencido por Unidas Podemos. Los hechos son que Pablo Iglesias tendrá finalmente menos votos y escaños, pero a cambio disfrutará, como fruta madura, de la cuota de poder que Pedro Sánchez no le concedió unas semanas antes. Los hechos son que el presidente en funciones lanzó la moneda al aire, salió cruz y ahora tendrá que ser investido como sea, más aún después de haber sellado un acuerdo de principios con los podemistas menos de 48 horas después de cerrarse los colegios. Los hechos son que por eso, porque el refrán del año en España ha sido ese que dice que 'para ese viaje no se necesitan alforjas', la única certeza que contemplan las autoproclamadas fuerzas progresistas es evitar un nuevo llamamiento a las urnas.
Los hechos son que algo así les abrasaría hasta convertirlas en ceniza –progresista, pero ceniza– por lo que nunca como antes se han escuchado tantas voces reclamando un gobierno de concentración PP-PSOE que aleje del horizonte la más que segura extorsión con que las organizaciones separatistas catalanas y vascas negociarán sus apoyos al inquilino de Moncloa. Ahora y cuando haya que aprobar presupuestos. Los hechos, que casi nunca coinciden con lo que decimos, lo que queremos y lo que pensamos, como avisó Augusto hace dos mil años, son que esas mismas fuerzas antisistema han decidido agruparse para exprimir a PSOE y Unidas Podemos hasta la última gota de sus concesiones. A ver quién pacta más. Los hechos son que bastantes referentes del PSOE, partido en el que, por raro que parezca, nadie ha asumido culpas ni responsabilidades, saben ya que si no acaban con Iván Redondo, el jefe del gabinete del presidente, su oráculo, él acabará con el PSOE. Lo saben. Los hechos son que, pese a todos los desastres que se adivinan desde el centro derecha y determinados sectores económicos y sociales en un gobierno de coalición PSOE-UP, sigo defendiendo que nada sería comparable con el letal veneno de unas terceras elecciones.
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