En esta comunidad de vecinos poco avenida la ausencia de corazón complica la convivencia. No es sencillo empatizar con el vecindario cuando la falta de sensibilidad, la atonía y las malas costumbres reinan por los descansillos.

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Ciertamente a este grupo de residentes separados por la ... entreplanta les aleja un mundo, pese a la proximidad territorial. No es tan difícil convivir cuando se está pared con pared. O quizá sí.

Resulta imposible que el afecto se extienda por las escaleras de este inmueble desconchado cuando, como la pasada semana, las sensaciones agridulces se multiplican alimentadas por la indiferencia, la falta de sensibilidad y las ausencias.

Es así. De forma repentina, callada como el propio personaje, José Manuel Redondo 'lolo' se fue del desierto en el que predicaba. Fue el adiós inesperado, sorpresivo, de un personaje único en la cultura leonesa.

'lolo' era (es) a León lo que Fer era a Cataluña o lo que 'El roto' siempre ha dejado ver en el terreno nacional. 'lolo' era (es) la cultura de un pueblo dentro de un lápiz, el alma de no pocos convecinos, la ilusión matinal de miles de lectores, el recuerdo vivo en más de 300 lienzos que en forma de murales hoy decoran toda la provincia.

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No tan lejos se encuentra la fascinación que Juan Vicente Herrera tenía por 'lolo' y la admiración compartida que unía al político y al artista. «Juanvi es de puta madre», aseguraba este singular dibujante que nunca renegó ni en público ni en privado de un leonesismo hasta la médula. «Pero Juanvi me entiende», aseguraba. Y así era.

Recuerdo sus abrazos, sus saludos, su empatía y sus sonrisas. Era imposible no estar cerca de un personaje tan necesario, tan singular, tan imponente y tan culturalmente intachable como este dibujante único en su especie.

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'lolo' se fue en un ataúd negro, envuelto en rosas negras, navegando entre las lágrimas de sus amigos y compañeros, arropado por toda una provincia y con la bandera de León al viento.

Durante los últimos días miles de mensajes locales y nacionales han acompañado el féretro del dibujante y a su familia. Ni una sola presencia física de quienes gobiernan esta comunidad, en la que cada día resulta más complicado que el vecindario se pueda entender.

Recordaba 'lolo' la muerte del 'güelu Gaudencio', el hombre que falleció dos veces. «La primera os acordáis, hace veinte años, cuando estaba en la lista de espera mientras una terrible almorrana le comía desde abajo. La segunda fue ayer, en un accidente de aviación. Un Boeing 707 sin control cayó sobre el cementerio justo encima de su tumba. Solo una víctima, él. Mañana es el torna sepelio si el CSIC encuentra el cuerpo, que lo dudo, estaba muy flaco últimamente», decía.

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Ese humor socarrón le ha acompañado hasta el último instante. Puede que exista quien haya pretendido que 'lolo' muriera dos veces. Una en León, la otra en el olvido de su propia comunidad de vecinos.

Resulta duro asimilar que mientras la cultura llora y León se retuerce por una pérdida llegada por sorpresa otros vecinos se entretengan insultándose en el descansillo.

Se ha ido 'lolo', alma de la cultura de su comunidad (de la suya). Queda la semilla de su fundación, un extensísimo legado en forma de miles y miles de documentos e ilustraciones que ahora buscan un escenario permanente para ver la luz, queda un legado descomunal que merece ser recordado, recuperado, mantenido y difundido.

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Queda la imborrable memoria de 'lolo', que será eterna, pese a sus incómodos vecinos.

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