Lo del lobo

En el Norte, el lobo es depredador que nadie ve pero cuyos instintos se intuyen en la amanecida. Cuando las ovejas aparecen como un guiñapo sanguinolento y el pobre pastor se lleva un sofoco que para él se queda. En Villablino hay sobreabundancia de osos y la lógica jindama de quien los ha visto revolviendo en las basuras de las afueras. En el norte de Castilla, el lobo, que ya no está ni mucho menos en peligro de extinción, puede campar a sus anchas por este ecologismo mal entendido.

Borja Cardelús tiene una espléndida colección de novelas en la que da voz a un lobo y esa relación casi mitológica con el Hombre y con el fuego. El lobo, entonces, se nos aparece como un depredador en las serranías porque tiene su ADN; igual que el cazador sano tiene el suyo, que es el de equilibrar el monte.

Contra el arte de la caza –del lobo o del venado– son muchos: básicamente los que quieren acabar con el centauro de la dehesa. Pero, por la dignidad del mundo rural, por las lágrimas de los pastores, juro que nos tendrán enfrente.