El licenciado 'Rancheritas'

Mal asunto cuando quien debería ejercer la política desde la lealtad social e institucional resulta ser un granuja con aires de tunante, un picaruelo enfangado en asuntos malolientes.

José Miguel González, que ayer mismo dimitió como diputado nacional por el PP de León y secretario general del partido en la misma provincia, responde a este patrón, el más pobre de los que se pueden presentar en el escenario político.

'Josemi' siempre fue recibido en las filas populares con los brazos abiertos, desde los tiempos en los que ideó la canción para Antonio Amilivia ('Amilivia, Amilivia... tú serás de nuevo alcalde') en diferentes acordes, hasta los actuales.

Pero él, inconformista, siempre fue 'cantando' más alto hasta llegar a las puertas de Teodoro García Egea y por extensión del PP nacional. Es increíble lo que en política se puede llegar a conseguir con una guitarra y una bandurria.

Claro que, una vez alcanzado el techo nacional, no es suficiente un sombrero de mariachi y un trompetín para mantenerse al nivel. La estética exigía otra cosa... tipo un título de licenciado en Derecho.

Fuera por vanidad, por querer ajustarse la corbata y el traje, o por estar a la misma altura universitaria de aquellos con los que se sentaba a la mesa, José Miguel González urdió el más ruin de los planes: colgarse un título de licenciado en Derecho que, en realidad, tan solo estaba en su imaginación.

Creó la mentira, se convenció de la mentira y alimentó la mentira con una desfachatez propia de una mente o muy infantil o muy perversa. Sin términos medios.

Envuelto en su mundo virtual, 'Rancheritas' (así le denominan sus compañeros de partido) lanzó a los cuatro vientos su supuesta titulación como licenciado en Derecho. En unas redes sociales su título era el culmen a gloriosos estudios en la Universidad de León o en la Complutense de Madrid, en función del día y de la hora, y todo mostrando sin pudor alguno su título oficial (en realidad idéntico a los que se pueden comprar en milanuncios.com) con el que acreditaba su alta cualificación.

En el colmo de la desfachatez, José Miguel González intentó dar la vuelta al calcetín para advertir de que, en realidad, él era la víctima de una conspiración de la 'carroña' (la prensa), que solo pensaba en atacarle a él y maltratar a su partido.

Pero González se ha estrellado no contra la prensa, sino contra la realidad, y tres días después de que fuera descubierto el teatrillo, ha tenido que renunciar a todos sus cargos públicos. La prensa hizo lo que tenía que hacer: descubrir a quien utilizando las peores de las artes se burla de la sociedad, daña a sus compañeros de partido y se engaña a sí mismo.

Durante 72 horas, José Miguel González protagonizó una inconsciente y atrevida huida hacia adelante, en la que se dejó el poco crédito que le acompañaba, al mismo tiempo que contaminaba cuanto salía a su paso. En su dislate, su locura envuelta en mentiras, corría el riesgo de terminar salpicando a todo un partido y contagiando por contacto a quien ha sido su mentor, Teodoro García Egea. Antes o después el 'virus ranchera' cronificaría la situación. Ayer, dio un paso atrás.