Secciones
Servicios
Destacamos
Ha vuelto a circular a través de varios medios –e incluso al amparo de algunos que se pretenden respetables– una noticia bastante sorprendente: consistiría en un suceso supuestamente ocurrido en China a propósito de una mujer que, creyendo comprar una mascota perruna, se lleva al ... hogar un zorro. Estas historias sobre personas que introducen en sus casas animales salvajes, pensando que son domésticos, llegaron a volverse tan conocidas que han recibido diversos nombres al ser catalogadas por parte de los estudiosos: 'The mexican pet' o 'El perro extranjero' se encuentran entre los más comunes. Pero lo de menos es si se pudo –y puede– dar un caso real o siquiera parecido, resultando tan probable o más el que las leyendas se conviertan, eventualmente, en realidad como que un hecho verídico pase a constituir material legendario. Los elementos coincidentes de unos y otros relatos son más que significativos: el perro adquirido no ladra, como tampoco lo hacen los lobos o zorros que se hallan entre sus parientes más cercanos; cuando el cachorro crezca, la dueña apreciará que su cola se muestra más larga de lo esperado; la criatura, además, se comporta de forma extraña con otras mascotas o las asusta al toparse con ellas; por fin, al ser clínicamente examinado se descubrirá la verdad.
Dichos rasgos los identificamos en dos tipos de narración que ya distinguí en un libro dedicado a este tema (El regreso de los lobos, 2003): 'La mascota engañosa'–que es como allí la rebauticé– nos hablaba, por un lado, de animales agrestes y atávicos, ignotos para nuestro entorno, a los cuales traerían aquí inopinados visitantes de esos países de lo que se suele considerar 'Tercer Mundo'; y, por otro, de animalillos de laboratorio convertidos en monstruos mutantes, que serían igualmente «rescatados» por viajeros ocasionales de naciones desarrolladas tecnológicamente, como Alemania o Japón. Según ya señalé –entonces– se trataba de versiones bien diferenciadas de una misma leyenda, que vendrían a complementarse de algún modo, ya que, una, nos prevenía de los peligros de incorporar a nuestro mundo aquello que podemos hallar en tantos itinerarios persiguiendo lo exótico por el resto del planeta; y, la otra, apuntaba al riesgo de cometer excesos en la indagación tecno-científica. Curiosamente, ambas hipótesis están siendo manejadas para explicar los posibles orígenes de la pandemia que, hoy, arrasa vidas y economías: las teorías sobre la procedencia del nuevo virus, bien de un animal arcaico o por experimentos no controlados.
De acuerdo con las versiones más divulgadas de aquella historia, unos turistas norteamericanos de viaje por México se compadecen de un perro chihuahua que empieza a seguirles por la calle, y al cual trasladarán a USA, averiguándose –después– que la improvisada mascota es una rata de agua. Quienes han analizado el relato tempranamente lo interpretaron como una metáfora (algo repugnante) de la inmigración ilegal –y, en concreto, de los denominados 'espaldas mojadas', que cruzan de manera clandestina la frontera entre México y EE UU–. Lo que parece confirmarse en cuanto toca a la propagación de estas narrativas en países europeos como España, que se produciría poco antes –y casi anunciando– la explosión de conflictos de tal clase: así, los acaecidos en El Ejido desde el año 2000.
Cuándo y por qué empiezan a contarse ciertas historias es lo que debemos preguntarnos, pues ello equivale a reflexionar sobre los motivos de que, en un momento determinado, puedan tornarse verosímiles. De la narración del perro chino hay registros en Internet ya en 2018, pero ahora continúa difundiéndose con más fuerza; y de lo que no cabe duda es que encierra idéntico mensaje de fondo que los otros relatos mencionados: el equívoco entre lo salvaje y lo doméstico; los indicios de que esta no era como otras mascotas de la casa o ciudad a las cuales se la transportará; el veredicto de la ciencia –en figura de veterinario– dictaminando la naturaleza anómala del animal… Algún detalle añadido, como que el zorro atraviese un periodo «en cuarentena» para acostumbrarse a vivir en un zoo (o sea, regresar a su estado natural), revela también mucho sobre el sentido último de estas leyendas para un tiempo difícil.
Noticia Relacionada
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.