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Es comúnmente aceptado que Pedro Sánchez hará durar la legislatura tanto como pueda porque le gusta enormemente el poder y no tiene intención de convocar unas elecciones anticipadas que pueden sacarle de La Moncloa. Otra cosa es que, en una de las fuertes turbulencias en ... las que ha entrado la politica de este país, se vea obligado a llamar a los ciudadanos a las urnas ante una situación percibida mayoritariamente como insostenible.

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El primer elemento que desestabiliza su acción politica es la ruptura absoluta que evidencia su Gobierno entre el sector socialista y el de Podemos, ministros que han decidido, sorprendentemente, ejercer la oposición desde el poder. Si a esto unimos la guerra abierta entre el ministro para todo, Félix Bolaños, y la de Defensa, Margarita Robles, convendremos en que la interlocución ministerial va a precisar de los servicios de un mediador internacional para poder desarrollarse en términos eficaces para el país.

El segundo elemento es el frente abierto entre el presidente y sus socios de investidura. Los independentistas catalanes han decidido desligarse de todo compromiso a consecuencia del caso Pegasus. El espionaje a los móviles de algunos protagonistas políticos percibidos como amenaza a la seguridad del Estado, puede dinamitar una legislatura que evidencia ya síntomas de fatiga absoluta rayanos en el fin de ciclo.

La ruptura entre patronal y sindicatos en la negociación de la subida salarial, es otro de los elementos desestabilizadores del ambiente político, especialmente cuando los habitualmente inoperantes líderes sindicales amenazan con tomar las calles en defensa de los trabajadores. La altísima inflación que sufrimos empieza a notarse en todos los productos y servicios que forman parte del día a día de los ciudadanos. Llegar a fin de mes, aún con empleo, es cada vez más difícil y el descontento social va en aumento. No descarten un movimiento al estilo de los 'chalecos amarillos' de Francia, algo sensiblemente peligroso que el Gobierno teme con un miedo cercano al pánico.

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Y luego están los efectos de la guerra. Sánchez repite en estos días a todo aquel con el que se relaciona que necesitamos asumir una mentalidad que no tenemos. Anuncia que el conflícto bélico en Ucrania será largo y de consecuencias «muy duras para España». La sociedad, dice, tiene que asumir que esta invasión va a tener muchas repercusiones desagradables en nuestras vidas. A la subida imparable de los precios se une el fantasma de un posible racionamiento de gas con lo que eso significaría para empresas y consumidores. Argelia va a cobrarse caro el apoyo de España a Marruecos en la cuestión del Sahara y el invierno que viene puede recordar tiempos pasados. La pobreza energetica se va a extender en la sociedad y, sin ser apocalípticos, las cosas se van a poner difíciles para mucha gente.

Esta es la situación de un tiempo y de un país. La incertidumbre alcanza a la economía de una manera fehaciente, con subida de tipos de interés anunciada por la FED y muy pronto por el BCE, aumento de la deuda y exigencias de Bruselas para reducir el gasto público; pero tambien afecta al ámbito político, alejado cada vez más de la estabilidad imprescindible para gobernar. Así las cosas, aguantar no es una opción que dependa en exclusiva del presidente del Gobierno, sino de múltiples factores que afectan a la sociedad y que pueden determinar un adelanto electoral forzoso. Las encuestas, todas ellas, anuncian un cambio de ciclo político que apearía a Sánchez de su apreciado Falcon presidencial. Por primera vez, la legislatura se revela inestable y pierde pie. Veremos.

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