![Lealtad ¿Para qué?](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202005/10/media/cortadas/sancheztorra1-kDVG-U11093204960gRG-1248x770@El%20Norte.jpg)
![Lealtad ¿Para qué?](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202005/10/media/cortadas/sancheztorra1-kDVG-U11093204960gRG-1248x770@El%20Norte.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Una sagaz observación del profesor Bruch, discípulo de Murphy, aplicable a la conducta del muy honorable Quim Torra dice así: «Si todo lo que tienes es un martillo, cualquier cosa que veas te parecerá un clavo». Es una broma muy seria. Frente a los ... esfuerzos del Gobierno de España por dar en el exterior una imagen de unión y cooperación ante la crisis sanitara, el presidente de la Generalitat se esfuerza por todo lo contrario. Es un dolor de muelas, pero Sánchez soporta todas sus deslealtades. Le necesita a cualquier precio.
Torra lleva estas semanas de enorme dolor cursando declaraciones verbales y epistolares a diversos medios extranjeros, la BBC y el 'Financial Times', haciéndoles partícipes de su fábula independentista. Califica al Gobierno central de inepto y les acusa de haberles arrebatado las competencias en sanidad. Asegura que una Cataluña independiente habría solucionado ya la pandemia. Responsabiliza al Gobierno de España de las muertes. Y va a su aire en los recuentos. O desplanta al Ejercito haciéndole retirar en Cataluña un hospital de campaña. Y a la máxima autoridad militar, general Villaroya, justificar ante los periodistas que «las tiendas no eran adecuadas». Su semblante lo decía todo.
Hay más bufidos de Torra martillo en mano, como los intentos por sumar al lehendakari Iñigo Urkullu a un frente común contra la «invasión de competencias». Sin éxito en un primer momento y moderada aserción después. Urkullu considera las medidas establecidas en Alemania un modelo a imitar. Hace tiempo que no rompe un plato. Euskadi está a otra cosa. Se trabaja el traspaso de la porción vasca de la Seguridad Social. Una manera menos ruidosa de alcanzar la independencia.
Con todo, al muy honorable Torra, pese al daño que comete, deberá agradecérsele efusivamente que asista y participe amigablemente en las conferencias telemáticas de presidentes. Qué detalle. «Es la primera vez que nos vemos todos en los últimos 10 años», expresó entusiasmado el presidente castellano-manchego, García-Page, y agradecía al catalán su deferencia: «Se trata de un mensaje importante para trasladar al conjunto de la sociedad». Efectivamente, pero de hastío y hasta tomadura de pelo. ¿Qué hay que celebrar? ¿Que los presidentes autonómicos, todos, se vean, hablen y trabajen juntos en la solución de los problemas de los ciudadanos?
El presidente Pedro Sánchez pide unión y lealtad para comenzar un pacto de reconstrucción. El PP, Casado. O VOX, Abascal, le han llamado mentiroso de mil formas diferentes; culpándole de intentar establecer el estado de excepción, de infausta memoria. O de esconder el número exacto de fallecidos por el virus y aplicar en España la eutanasia por la vía de los hechos. Es un pésimo escenario que incluye mala educación. Recuérdese el plantón de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, a la conferencia semanal de presidentes. Casi dos horas de espera. Estaba en Barajas fotografiándose con el avión que trasportaba material sanitario para Madrid. Ante la duda, propaganda.
Dos estudios académicos del Reino Unido y Australia señalan a España como uno de los países que peor había gestionado la emergencia sanitaria. En el otro extremo se resaltaba la actuación de Alemania que ha conseguido, hasta ahora, contener los efectos directos y colaterales del virus. El liderazgo tranquilo de Angela Merkel, que no decide ni ejecuta unilateralmente las medidas, ha sido fundamental. Alemania no ha decretado emergencia sanitaria alguna, pero el Gobierno federal se coordina con el resto de las administraciones. Las directrices del aislamiento se pactan, se negocian y se codeciden. Son los länder quienes diseñan sus medidas de contención. Y consecuentemente los que fijan la cuantía de las sanciones. Un conjunto de contrapesos de poder en el que Berlín tiene algo parecido a la última palabra. El lehendakari Urkullu lo destaca como ejemplo, aunque con la mirada puesta en las formas más que en el fondo. Pide al Gobierno español criterio y menos tutela.
En Alemania se trabajó con cierta anticipación y en España con la habitual temeridad. Además, Alemania destinó durante la crisis económica de 2009 recursos adecuados a la sanidad y a la investigación. En España en el mismo periodo no se dedicó un euro a la investigación, como reconoce con pesar el ministro astronauta, Pedro Duque. Ahora se llega tarde. 0tro dato más. España tenía al comienzo de la epidemia casi 5.000 camas de UCI para una población de 47 millones, frente a las casi 30.000 camas de Alemania con 84 millones de habitantes.
Pásese ahora de los logros a los principios. La lealtad es un valor que refina la acción política y explica determinados éxitos, pero se ignora bastante en España. La lealtad federal o autonómica en su caso representa el principio de prevalencia de los intereses generales. Así es, lo que sucede es que resulta más cómodo reclamar lealtad con ojos de cordero que aplicarla. La lealtad es un incordio. Hace 100 años, Lenin venía a decír lo mismo de la libertad ¿Para qué?
La doctrina constitucional alemana contempla la lealtad federal como elemento imprescindible de un estado compuesto. Por el contrario, en España, el concepto de lealtad, quizá aliñado con el de solidaridad, aparece cuando lo usan los autores de los discursos y argumentarios de partido. Es un despropósito. En otros países de estado compuesto, concurre por parte de las regiones una generosa conducta multilateralista en vez de la siempre compleja (y en España ventajista) relación bilateral. Y así sucede porque ni el Gobierno central ni las regiones abusan en el ejercicio de sus competencias. La lealtad federal basa su virtud en la preeminencia de los intereses del conjunto federativo. Lo importante entonces no es el modelo, en el que se fijaba el lehendakari, sino la actitud y la ausencia de prejuicios.
Debería preguntarse a Urkullu, tan modoso estos días y tan celoso de sus competencias, si se imagina a Simon Welnh, presidente del partido independentista de Baviera, gritar en Múnich durante un acto público con militantes aquello de: «Nicht einmal für das Futter würde ich mich deutsch fühlen». O lo que es igual: «Ni por el forro me sentiría alemán». Suena mal en la lengua de Goehte, pero no peor que en la española. Sin embargo es lo que dijo Andoni Urtuzar, presidente del PNV, en el último Alderdi Eguna. «Ni por el forro me sentiría español».
Y el otro con su martillo.
Noticia Relacionada
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.