El tránsito del verano al otoño pasa más por un pensamiento rumiante de quienes han agotado el tiempo de descanso, que por un termómetro que nos mantiene anclados en la canícula estival. Una cosa es lo que dice el mercurio o el calendario, y otra ... bien distinta lo que dicta la razón. Con el aroma a salitre aún pegado a la epidermis, he de reconocer que en mi mente ya se ha activado la operación 'veroño', aunque eso suponga despedirme de los míos por un tiempo y alejarme de la cota cero. No hay problema con volver, porque de eso trata la vida, de empezar, de darse una nueva oportunidad. Así deberíamos plantear la nueva temporada, con una buena dosis de auto indulgencia.

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No hay ningún secreto, sólo agarrarte fuerte a la ilusión de estrenar propósitos. De los de año nuevo ya si eso hablamos el próximo trimestre. En Valladolid, el regreso es menos agrio por cuanto la ciudad se viste de Feria. Entre pincho y pincho, uno se prepara, o al menos la cartera. Como si el dispendio veraniego no hubiera sido suficiente, hay que seguir moviendo la economía, llenando la despensa, preparando el uniforme, forrando los libros y actualizando el armario que ¡Ya es otoño! O casi.

Así que puestos a encomendarse en este nuevo curso, hagámoslo con la patrona, La Virgen de San Lorenzo, originariamente de Los Aguadores. Que alivie la sed del campo y la del corazón. Una sencilla rogativa para transitar hacia un nuevo cambio de estación.

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