Aunque no lo parezca, en política hay, o debería haber, un tiempo muerto. Casi una cuarentena. Durante la precampaña, la antesala al frenesí electoral, ninguna de las instituciones que se someten al criterio de las urnas, en este caso Ayuntamientos y Diputaciones, deberían dar la ... nota. Para eso ya han tenido tiempo. El árbitro del partido vigila que no haya inauguraciones encubiertas, promesas anticipadas o acuerdos que convienen.
Publicidad
A nadie le extrañará ver cómo los nuevos túneles cobran vida sin ideólogos en el entorno o cómo los ascensores y las pasarelas se activan sin una nutrida comitiva de palmeros. Podría ser el contrapunto al ansia viva de la inauguración, ésa que se produce atendiendo al calendario, sin calibrar todas las variables y que te deja varado en mitad de una ladera «por caprichos de la tecnología».
El arma más poderosa de un candidato debería ser la honestidad y ese ha de ser el valor que se premie o se castigue el 28M. Hay quienes mienten por vocación y quienes ven cómo el bastón de mando frustra sus legítimas aspiraciones.
La oportunidad la brindará el 12 de mayo, es la fecha en la que comenzaremos a escuchar otra vez un rosario de promesas sin consecuencias jurídicas, ni siquiera las firmadas ante notario. Hacednos volver a creer, haced más creíble el sistema democrático, pero sobre todo miradnos a la cara y decidnos la verdad, aunque nuestra memoria sea frágil y vuestra promesa tentadora.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.