El lucernario
Hablamos como pensamos y el lenguaje bien empleado es una fórmula maestra para favorecer la inclusión. No debería ser a costa de transgredirlo, sino más bien de acomodarlo de acuerdo a la realidad comúnmente establecida por todos. Junto al pensamiento y la palabra, la obra. ... Fuera comportamientos paternalistas. Los vemos cada día, cuando se les habla silabeando o cuando se les interroga en el autobús preguntando si están seguros de haber subido al adecuado. Hay que ofrecerles la oportunidad de vivir sin la sensación de que necesitan ayuda hasta para respirar, pero siendo conscientes de que el ser especial, les confiere un tratamiento especial.
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En la semana en la que se conmemora el día de las personas con discapacidad, conviene no sólo hacerles más visibles, sino entender que la segregación no siempre es contraproducente. La ONU quiere poner coto a los centros especiales que, a su juicio, vulneran el derecho a una educación inclusiva. Los centros ordinarios no están preparados para atender ciertas necesidades, pero además, ¿dónde queda el derecho de elección de las familias?
Un centro de educación especial sin duda que trasciende lo puramente académico. Se ahonda en el abordaje singular con la vista puesta en la propia autonomía. Les preparan para afrontar lo cotidiano con la fortaleza de sentirse válidos, autónomos. Suficientes como para tomar la línea de autobús que les conduzca hasta el éxito personal.
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