El lucernario
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El lucernario
AnestesiadosEl despertar es caprichoso y en ocasiones abrupto e involuntario. Un reloj, un golpe seco o un mal sueño pueden devolverte a la realidad sin tregua para la conciencia. Cuando existe una causa externa, aterrizar en el mundo real suele venir acompañado de palpitaciones y ... cierta desorientación. En un abrir y cerrar de ojos, atravesamos el difuso límite entre el sueño y la vigilia. Es en ese preciso instante en el que se toma conciencia de todo lo que nos rodea.
Últimamente, observar lo que acontece te devuelve las ganas de plegar velas y regresar a la fase REM, pero no vamos a estar en permanente estado de ensoñación. Principalmente porque no nos conviene. Los espabilados se pueden seguir comiendo el pastel.
Cuando uno se levanta ha de hacerlo con convicción, pero sobre todo con arreglo al orden constitucional. El hecho de que el independentismo catalán no haya respetado las reglas, no debe entenderse en ningún caso como una venia. Nada justifica la violencia en las calles. Caer en la tentación no nos librará del mal.
La tensión va en aumento y no, ya no cuela la argucia de que la cesión se hace para garantizar la convivencia. Hay una gran contestación social envuelta en rojo y amarillo que no puede obviarse. Ni las calles ni las banderas tienen bandos. Ahí ya no queda casi nadie anestesiado. El despertar es colectivo. Ahora les toca a los negociadores dejar de jugar con el pan y con los sueños de todos.
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