Las largas vacaciones del 20
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«Con un espíritu semejante al del 36 media España toma este fin de semana las de Villadiego, o las de Benidorm, en un verano infestado de incertidumbre»Ante las noticias de la guerra, ¿quedarse en el lugar de vacaciones o regresar a casa para enfrentarse con la nueva normalidad? Ése fue el ... punto de partida de 'Las largas vacaciones del 36', la película de Jaime Camino que inauguró, en 1976, una interminable serie de filmes españoles dedicados a revisar las causas y los efectos de la guerra incivil. Con un espíritu semejante media España toma este fin de semana las de Villadiego, o las de Benidorm, en un verano infestado de incertidumbre.
El verano del 20 no se parece solo al del 36 en el miedo y la inquietud. También en la caída del PIB. Las cifras registradas en el segundo trimestre (18,5%) y en el primer semestre del año (22,1%) solo tienen un antecedente próximo, dicen los contables, en aquella contienda que desangró España hace un siglo. También los muertos alzan la voz para recordarnos que detrás de los números están las personas. O estaban. Una de las grandes diferencias entre entonces y ahora es que España no sirve como tablero de juego para que el fascismo y el comunismo ensayen su proyecto de desangrar Europa. Creo. El mundo entero está infestado, desde los pulmones de Bolsonaro hasta las montañas de muertos recogidos en las calles de Bolivia esta semana. Pasando por la petición, inédita, de retrasar las elecciones en los Estados Unidos hasta que Trump se considere capaz de volverlas a ganar.
Y sin embargo en España, en el hemiciclo y en los pasillos del Congreso de los Diputados los aplausos y las sonrisas, aun camufladas por las mascarillas, se han convertido en la expresión permanente del agasajo al Gobierno. Un gobierno que se auto diagnostica una legislatura «larga y fructífera». Tan larga al menos como las vacaciones del 36. Un gobierno que responde a la propuesta de la moción de censura con una chanza del presidente: «¿Qué pasa, señor Abascal, que se va de vacaciones?» Alborozo general en los escaños del Parlamento, donde hace ya tiempo que no se guarda la distancia social que se exige a los teatros. ¿Que parece una broma? Pues no lo es. Cuanto peor, mejor.
La democracia, decía Montesquieu, debe guardarse sobre todo de dos excesos. El «espíritu de desigualdad», que conduce a la aristocracia, y el «espíritu de igualdad extrema», que conduce al despotismo. Entre la aristocracia de los viejos nepotes y el despotismo de los nuevos ricos se debate la gobernanza de un país que entra en el sueño profundo del verano. Que debate, buscando sitio en las terrazas o en las playas, entre darse al carpe diem o prepararse para un otoño encendido. Entre prolongar la siesta, como la cigarra, o prepararse para el desabastecimiento, como la hormiga.
El virus no se va de vacaciones, pero nosotros sí. Con fe en el sol y esperanza en el frescor del agua. El consumo de alcohol subió hasta cifras desconocidas durante los días del cautiverio. Y dicen los contables que seguirá subiendo, en Villadiego como en Benidorm, durante el verano. Mientras siga garantizado el suministro, tendremos también garantizas las vacaciones. Mañana, Dios dirá. Así son las guerras.
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