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Cuando Belén Esteban habla de la vergüenza que dan los políticos en el Parlamento no se refiere a algo que pasó ayer en la sesión de control. A la cosa más tonta ocurrida en mucho tiempo. Preguntó Espinosa de los Monteros a la vicepresidenta Calvo: ... «¿Piensa hacer el Gobierno algo para restituir la credibilidad de las instituciones del Estado?».
Respuesta rampante de doña Carmen: «No hay que restituir lo que no ha existido». Como diría Pich i Pon, un lapislázuli, que es como el hilarante alcalde de Barcelona decía lapsus linguae. Calvo querría decir que no hay credibilidad que restituir. Lo sorprendente es que su «no hay que restituir lo que no ha existido» fue seguida del sentido, partidista y robótico aplauso de los suyos.
Más un murmullo de estupefacción en el resto del hemiciclo. Da igual lo que digas, tu bando está contigo. Preguntas y respuestas son como aquel debate de Peñafiel y Belén Esteban donde daba igual lo que dijera cada uno.
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